Por Enrique Genovar - CLG
Por Enrique Genovar – CLG
Los actos de amor en el fútbol suelen ser comunes en los hinchas. Pero no tanto en los jugadores, ya que estos son profesionales y muchos lo toman solamente como un trabajo. Sin embargo hay futbolistas, que por más que sea su profesión la de jugar al fútbol, demuestran su amor. Y la vuelta de Ángel Di María a Rosario Central es un acto de amor, sin duda alguna.
La llegada del jugador más importante de la historia formado en las inferiores canallas causó una revolución de amor.
Hinchas emocionados, familias enteras acercándose a la tienda por la camiseta y un montón de actos poco convencionales se vivieron a partir del anuncio que hizo el club; todo generado por la muestra de amor que dio “Angelito”.
Es que el tipo podría haber elegido a cualquier club del mundo para jugar sus últimos años de carrera, ¿quién no lo querría? Sin embargo eligió volver a su casa, a su Central. Nadie está obligado a regresar al club que lo formó, no hay cláusula contractual en el mundo que obligue a eso. Muchos no vuelven al lugar que los vio nacer y no está mal. Pero Fideo quiso cumplir su sueño de retirarse con la camiseta auriazul, algo que se planteó el mismo día que fue transferido a Europa luego de haber jugado tan solo 39 partidos con azul y amarilla.
El propio Di María, su familia y los hinchas están felices. Los días hasta verlo en el Gigante jugando en el equipo de Ariel Holan se harán interminables. Habrá muchos, los creyentes, que rogarán para que no sufra ni siquiera un rasguño en los partidos de Benfica en el Mundial de Clubes. Otros seguirán en un estado de plena incredulidad hasta que vuelva a saltar al verde césped de Génova y Avellaneda. Cada uno vivirá los días hasta su vuelta como les nazca, pero todos lo harán como quien espera a un ser muy querido, con ese sentimiento. Porque el regreso de Fideo fue un acto de amor y revolucionó a todos.