Por José Odisio
Ganar era imperativo. Despeja dudas internas y críticas externas, al menos un poco. Genera algo de confianza en un momento donde el equipo se notaba desconcertado, y el entrenador también. Jugar bien o mal es materia de análisis posterior, pero el resultado positivo sin dudas trae alivio.
Las consecuencias de una derrota, en este caso eliminación de Copa Argentina, hubiera sido difícil de absorber. Mucho más si se tiene en cuenta el rival. Por eso el triunfo trae alivio, además de cortar una racha negativa que amenazaba con acostumbrarse a perder, lo que nunca es bueno.
Extraña ver tan inseguro a Lema. Y la única explicación lógica es que está desestabilizado por el problema del arquero. A Herrera le cuesta hacer pie en Primera, se muestra dubitativo, y la defensa percibe esa situación. Para peor, Fernández está en modo «correr sin sentido», desordenado y poco efectivo a la hora de marcar o jugar. El regreso de Vangioni fue una buena noticia para el equipo, por su experiencia y proyección ofensiva. Y a la vez Sanguinetti debería volver a esa línea de tres/cinco más sólida, ya que el «Piri» Vangioni y Méndez son ideales para ese esquema. Al menos mientras llega Lautaro Morales o se recupera Macagno.
Faltaban goles, Garro y Balzi entraron para aportarlos. Acierto de Sanguinetti que ya no podía sostener a «Panchito» y «Juanchón». Garro es un jugador con altibajos dentro del partido. Hay momentos que parece estar desenfocado, pero es innegable su capacidad para quedar en posición de gol. A veces falla, pero esta vez fue certero. Y Balzi, al que el hincha le había perdido rápido la paciencia, anotó un gol y generó el penal, para que las quejas queden archivadas algunas semanas.
Newell’s ganó, aunque está lejos del equipo sólido de inicio de torneo. Hay ajustes que debería hacer el DT, aunque es mejor que se realicen sin la carga de la necesidad de un triunfo obligado. Ganar permite subir la barra de confianza, aunque la de solidez aún está descargada.