Análisis

Opinión: «Las complejidades del 2022»


Las perspectivas empeoran día a día por la aceleración de la inflación, la desaceleración del crecimiento chino y el endurecimiento de la política monetaria. El análisis de Diego Añaños

Por Diego Añaños

Como si las penurias que sufrió el mundo durante 2020 y 2021 se negaran a abandonar al Planeta Tierra, el año 2022 continúa metiendo presión para meterse en el podio de los peores de los últimas cinco décadas. Boca sale campeón sin robar penales, la viruela del mono siembra el pánico alrededor del mundo, la guerra (que parecía ser un acontecimiento breve) parece no tener fin, y las perspectivas empeoran día a día. En una entrevista otorgada recientemente en el marco del Foro Económico de Davos la subdirectora gerente del FMI, la india Gita Gopinath, sostuvo que existe un empeoramiento de las proyecciones de crecimiento global para 2022. De un 4,4% proyectado en enero, se pasó a un 3,6% a raíz de la profundización de tres fenómenos convergentes: la aceleración de la inflación global, la desaceleración del crecimiento chino y el endurecimiento de la política monetaria por parte de los bancos centrales de todo el mundo.

La inflación es claramente el principal problema de la economía mundial. La suma de los impactos derivados de los inconvenientes en las cadenas de suministros globales producto de la pandemia, y la guerra en Ucrania, han inducido un aumento de los alimentos y los energéticos que se han extendido como la mancha voraz a una velocidad inusitada.

El premio Noble Joseph Stiglitz aseguró a un reportaje a Bloomberg, también en Davos, que la magnitud del aumento de los precios es mucho mayor a la de la década del 70’. Y la comparación no es menor. Recordemos que, en el año 73, la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo decidió cerrar las exportaciones a aquellos países que hubieran apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur, lo que produjo una fuerte elevación en el precio internacional del petróleo y un frenazo importante en el ritmo de la actividad económica de los países afectados. Esta combinación de factores arrastró al mundo a una crisis inflacionaria sin precedentes. La misma fue la antesala de la avanzada neoliberal que se abre sobre fines de la década del 70 y comienzos de la década del 80 con la llegada al poder de Margareth Tatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en los EEUU. Es decir, si nos ponemos un poco más sofisticados con la lectura, lo de Stiglitz es más que una advertencia meramente económica. Apunta a comenzar a pensar en los impactos políticos globales que el fenómeno puede desencadenar.

Como segundo elemento del análisis, Gopinath cita la desaceleración del crecimiento Chino como uno de los factores fundamentales para el empeoramiento de las proyecciones del crecimiento global del FMI. A ver, cuando el mundo descubrió que algo pasaba en China, el proceso de crecimiento desmedido de la economía oriental, ya era una realidad de varias décadas. Sin embargo, las tasas chinas de crecimiento hace tiempo que han desaparecido. Seguramente el enlentecimiento no se deba tanto al surgimiento de problemas, como al natural devenir de las cosas: una vez que se ha alcanzado determinado nivel, los mejoramientos comienzan a ser marginales. Ahora, independientemente de la razón, ya desde el año 2013 la economía china viene dando señales de que es imposible mantener ciertos ritmos de crecimiento eternamente. Esto se ha hecho particularmente notable en la segunda mitad de 2021, y se ha acentuado en los últimos meses a raíz del rebrote de COVID-19, lo que obligó a las autoridades chinas a imponer aislamientos preventivos muy severos, que trajeron como consecuencia una importante caída del consumo y como consecuencia, de la actividad económica.

Finalmente, el endurecimiento de la política monetaria de los bancos centrales ya es una realidad, y representa una respuesta clásica, ortodoxa, a la escalada inflacionaria global. Por un lado, la Reserva Federal de los EEUU ya comenzó a subir la tasa de referencia de política monetaria, y ya se ubica en un rango de entre 0,75 y 1%. Paralelamente, el proceso de compra de activos de la FED, que produjo una duplicación de la hoja de balance de U$S3,9 a U$S9 billones durante la pandemia, entró en fase de retirada. Efectivamente, el temido quantitative tightening ya tiene fecha de inicio. A partir de junio la reducción de la hoja de balance será de U$S45.000 millones, pasará a U$S60.000 millones en agosto, para llegar a U$S90.000 millones mensuales en septiembre. Los bancos centrales de todo el mundo avanzan en el mismo sentido, y ya se observan tres semanas en fila de reducción de las hojas de balance, que se han retraído U$S1,1 trillones en ese lapso. El efecto inmediato será un aumento en el costo del financiamiento y un incremento de la volatilidad global. Inflación, crecimiento Chino y restricción monetaria, tres variables que se complican, en un mundo que ya venía complicado.