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Opinión: «La visita a Estados Unidos terminó con apoyo, pero también con condicionamientos»


Foto: Noticias Argentinas (Jonathan Ernst-REUTERS)

Por Diego Añaños

Por Diego Añaños

La semana que pasó fue sin dudas muy importante para el Gobierno nacional. Desde la comunicación oficial celebraron la importancia del encuentro bilateral del presidente con su par norteamericano, Joe Biden. De la cumbre, Alberto Fernández se trajo el apoyo manifiesto del Gobierno norteamericano para capear la crisis económica por la que atraviesa el país. Sergio Massa, por su parte, luego de su encuentro con el staff del FMI, consiguió que el organismo aprobara finalmente la liberación de los fondos correspondientes a la aprobación de la última revisión del año 2022. Paralelamente, obtuvo el apoyo al canje de bonos anunciado recientemente, y se aseguró que el Fondo aceptara flexibilizar las metas de acumulación de reservas para el 2023. En efecto, la meta del primer trimestre se reducirá de U$S5.500 millones a U$S1.900 millones, y la anual de U$S8.700 millones a U$S6.700 millones. La razón para solicitar la reducción está relacionada claramente con los efectos que la sequía tendrá sobre el ingreso de divisas en el corriente año.

Claro, ustedes se estarán preguntando si es todo esto es gratis o, por el contrario, hay condicionamientos. No lo piensen demasiado, hay condicionamientos. Como dicen los norteamericanos TANSTAAFL (There ain´t no such thing as a free lunch), es decir, no existen los almuerzos gratis. El apoyo de Biden implica, en primer lugar, la suspensión de algunos proyectos que la Argentina estaba motorizando con China. Recordemos que la cancillería norteamericana ha dado permanentes muestras de incomodidad con respecto al avance de la influencia de Pekín en la región. Para ser honestos debemos decir que aún no abunda la información al respecto pero se sabe que por el momento se pondrán en el freezer la venta de aviones Jf-17 chinos a la Fuerza Aérea Argentina, la construcción de centrales nucleares con tecnología oriental en la provincia de Buenos Aires y el acceso al control de la Hidrovía. El que avisa no es traidor, dice el dicho, y Biden no ocultó las intenciones del Gobierno norteamericano para con Argentina. Cuando planteó su intención de consolidar una relación estratégica con nuestro país se refirió explícitamente a tres áreas claves: la producción de alimentos, la producción de energía y la extracción de minerales. Más claro, echale agua (si es que no se la lleva Biden antes).

Tema FMI. Si bien es cierto que Sergio Massa se trajo algunos compromisos que consideraba fundamentales, no es menos cierto que el Fondo le marcó la cancha claramente en una cuestión puntual. En el informe elaborado por el staff técnico del organismo se refiere específicamente a la moratoria previsional dispuesta por el gobierno y la califica de imprevista (inconsulta, tal vez?). A continuación, se sugiere que se arbitren “acciones tempranas y decididas para abordar los costos fiscales” de la medida, a la vez que se solicita “un mayor ajuste fiscal para compensar el gasto en esta materia”. Es decir, el Fondo está dispuesto a negociar la flexibilización de algunos puntos del acuerdo, básicamente porque los cambios en el escenario global hacen imposible el cumplimiento del acuerdo tal y como se firmó. Y yo agregaría: porque además no está en condiciones de fracasar nuevamente con la Argentina. Es más por espanto que por solidaridad. Como decía un amigo: “Si yo le debo $10.000 al banco, tengo un problema, pero si le debo $10.000.000.000 el problema lo tiene el banco”, y algo de eso hay en todo esto. Un dato basta para ilustrar la situación: hoy nuestro país representa el 28% del stock actual de préstamos del FMI. El país que le sigue, por el tamaño de su deuda, Egipto, representa el 13%. La pregunta que sigue sobrevolando es, incluso sin un cambio en las condiciones económico-financieras globales, era un acuerdo cumplible? Y si era cumplible, a qué costo? Finalmente: imaginan ustedes que los nuevos costos asociados al cambio de las condiciones serán menos gravosos que los anteriores?

Hoy las posibilidades de cumplimiento del programa, incluso luego de las flexibilizaciones, es lejana. Además, el Fondo continúa realizando sus análisis del caso argentino a partir de algunos datos que ya han perdido vigencia, por ejemplo, una inflación proyectada del 60% para el 2023. Un absurdo, ya que no quedan analistas que no consideren que el número estimado en La Ley de Presupuesto pasó a la Historia y que se debe comenzar a corregir en función de los desvíos que viene mostrando el índice general de precios. Algunos especialistas, y no de los más incendiarios precisamente, ya sugieren que en un escenario optimista la inflación debería ubicarse alrededor del 120% este año. Paralelamente las estimaciones de cosecha con las que viene trabajando el Fondo son de 45.5 millones de toneladas de soja y 46.8 millones de toneladas de maíz, lo cual está totalmente desanclado de la realidad. Esos eran números que se correspondían con las proyecciones previas a la sequía. Hoy las estimaciones realistas hablan de 23 millones de toneladas de soja y 34 millones de toneladas de maíz. Muy lejos de los cálculos en los que se basa el Fondo para estimar las probabilidades de cumplimiento del programa de Facilidades Extendidas.