Por Diego Añaños
Por Diego Añaños
Luego del marcado frenazo de agosto, surgieron algunos indicadores muy incipientes, claro, que parecen mostrar una recuperación del nivel de actividad económica. Según un informe elaborado por el Centro de Estudios para la Producción del ministerio de Desarrollo Productivo, la producción de autos, los despachos de cemento y la venta de motos mostraron subas interanuales de dos dígitos en septiembre. Paralelamente se registró un aumento de las ventas mediante el Plan Ahora 12 y un crecimiento del superávit comercial. Sólo tres de los trece indicadores de la actividad económica mostraron cifras negativas: patentamientos de autos cero kilómetro, producción de acero crudo y exportaciones a Brasil. De hecho, si uno mira el cuadro completo desde enero de este año, septiembre es claramente el mes que muestra menos (y más leves) caídas, y más (y más significativas) subas.
Nunca en 2020 crecieron ocho de los trece sectores, ni siquiera en junio. Incluso los datos son significativamente mejores que en enero, cuando la pandemia todavía estaba restringida el territorio chino. Vale destacar que, según lo destaca el informe: “En los últimos 15 años el 95% de las veces que la producción automotriz y de cemento se expandieron, simultáneamente la industria en su conjunto también lo hizo”. Si bien el dato de la producción industrial de septiembre que calcula el Indec recién se dará a conocer en noviembre, es muy probable que la medición arroje una mejora significativa en comparación con las caídas de entre un 5% y un 8% interanuales registradas en junio, julio y agosto. Está claro que son sólo datos parciales y habrá que esperar que se consoliden para determinar si se transforman en una tendencia.
El último lunes tuvo su lanzamiento formal el Consejo Económico y Social durante un encuentro del que participaron los ministros de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y de Trabajo, Claudio Moroni, junto a un centenar de dirigentes gremiales y empresarios. Durante el mismo se definieron los 10 puntos de consenso sobre los que trabajarán las mesas sectoriales de acá en adelante. Son los siguientes:
1. Exportar más.
2. Ningún sector productivo sobra, son todos importantes.
3. Mercado interno versus mercado externo es una falsa antinomia.
4. No hay futuro sin políticas productivas.
5. Ninguna política productiva será sustentable si no piensa en la dimensión ambiental.
6. Una macroeconomía estable ayuda al desarrollo productivo.
7. Si no mejoramos la productividad, no bajaremos ni la pobreza ni la desigualdad.
8. Una buena política productiva debe reducir las brechas de género.
9. La apertura comercial no es un fin en sí mismo, sino una herramienta que debe ser utilizada de manera inteligente.
10. Toda política de desarrollo productivo debe ser una política de desarrollo regional.
La iniciativa lanzada al comienzo de la gestión de Alberto Fernández había quedado en suspenso debido a las renegociación de la deuda externa pública bajo legislación extranjera y a las urgencias generadas por la pandemia del coronavirus.
La semana pasada decíamos que daba la impresión de que lo único que generaría la confianza de los empresarios era que volviera Macri. Un presidente que les garantizara la rentabilidad a través de la especulación financiera, una rebaja de impuestos, un mercado laboral precarizado y el fin de las paritarias. Efectivamente, cualquiera que garantice tales condiciones tendrá la confianza de los empresarios. Macri se los garantizó, y en el confiaban.
Pero, claro, la evidencia empírica es incontrastable. Los datos dicen que el nivel de la inversión durante la gestión de Mauricio Macri fue muy bajo, y el país estuvo en recesión durante tres de los cuatro años que gobernó. Según el canon de los economistas, la inversión debería representar un 20% del PBI en las economías emergentes. Durante la gestión de Macri, si la gestión de la confianza, difícilmente haya llegado a un 5% en promedio, menos de cuatro veces por debajo del ideal. Hay un dato impresionante: la famosa “lluvia de inversiones” fue menos del 10% de los dólares que ingresaron por endeudamiento. En otras palabras, por cada dólar de inversión, entraban diez dólares por la vía de la deuda. No hay dudas, en la Argentina de Cambiemos bicicleta mata producción. Los números con claros, durante la gestión de Macri cerraron 24.537 empresas, más de 500 empresas cerradas por mes.
Evidentemente ni la confianza, ni el mejoramiento del clima de negocios ni la seguridad jurídica fueron un incentivo suficiente para invertir. Digo, a esta altura parece un delirio que los que escuchan a los principales analistas económicos en los medios masivos de comunicación opositores, no hayan notado todavía la contradicción entre los que dicen los señores y lo que sucedía en la argentina hace uno o dos años atrás. Está claro que muchos argentinos tienen una memoria lábil y selectiva. Se impone la tarea de desenmascarar de una vez y para siempre a los estafadores que, como los tejedores del cuento de Andersen, nos tratan de estúpidos por no apreciar las virtudes la una república de cartón.