Por Diego Añaños - CLG
Por Diego Añaños – CLG
En la red social preferida del presidente hay una foto. En la imagen se ve a Milei que abraza fuerte a Luis Caputo, y abajo se lee “Goooooool”. Así festejó el gobierno el dato de la inflación de abril, un 8,8%. Y no es para menos. Desde el 25,5% de diciembre, el índice general de precios no para de caer, situándose el mes pasado por debajo de los dos dígitos por primera vez desde octubre del año pasado. El oficialismo sabe que la baja de la inflación es el único éxito de gestión que tiene para mostrar, y por más que no se refleje en los bolsillos de los consumidores, va a pasear la cifra como estandarte del triunfo. En ese sentido, algunas consultoras ya estiman que es muy probable que el número de mayo comience con 5, lo cual representaría una baja sensible con respecto a abril. Sin embargo evitan referirse al impacto que podría llegar a tener la liberación de los precios regulados, que están siendo pisados por gobierno. Tal es el caso del gas, electricidad, trenes, colectivos, combustibles y medicina prepaga.
Por otro lado, el 8,8% del mes pasado, aún está por encima del 8,4% de abril del 2023. Incluso podemos recordar que los meses de mayo, junio y julio, marcaron un descenso de la inflación el año pasado. Es decir, por más que el índice general de precios mantenga su tendencia descendente por unos meses más, no significa que la situación se haya estabilizado. La cuestión es que, si así fuera en los meses subsiguientes, ninguna previsión estima que la baja se sostenga en el tiempo. De hecho un informe de la JP Morgan, estima que la inflación del segundo semestre en la Argentina se ubicará en un rango que rondará el 5,5%, lo cual la ubica muy lejos de un guarismo deseable. La pregunta que nos venimos haciendo desde hace un par de meses sigue sobrevolando: Y si llegamos a la zona del 5% mensual y ya no alcanza con la recesión para seguir matando la inflación? De qué nos disfrazamos? Si los pronósticos del banco más grande de los EEUU se cumplen, vamos camino a cerrar el 2024 con una inflación anual del 155%, no parecen números para descorchar champagne.
Paralelamente, hay que decir que la inflación acumulada del año 2024 ya trepó al 65%, mientras que la interanual marcó un impresionante 289,4%, y sigue creciendo. Digo, humildemente, y sin pretensiones de darle lecciones a nadie, yo dejaría los festejos para más adelante. No sólo porque los números todavía son estratosféricos, sino también porque el costo que está pagando la sociedad argentina es altísimo. No parece una buena idea festejar que la inflación baja en medio de una caída constante del consumo, la actividad económica, y un fuerte aumento de la pobreza y la indigencia. Pero dado que para un liberal, la única estabilidad macroeconómica relevante es la estabilidad de precios, no es esperable que se detenga a pensar en los daños colaterales. Por eso Milei festeja el éxito, a la vez que entroniza a su Ministro de Economía, al que le ha puesto un nuevo apodo: Chanchito de Yeso (“porque para sacarle un mango hay que romperlo todo”, dijo el presidente entre sonrisas pícaras).
El tema es que es difícil seguirle el ritmo al León. Por momentos parece que se come los chicos crudos, y al rato retrocede. Evidentemente no le tiene miedo a nada ni a nadie, y sólo se detiene cuando choca contra la inexorable realidad. El trámite de la Ley Bases es un ejemplo acabado de que las bravuconadas presidenciales sólo se someten a demostraciones de fuerza que lo sobrepujen. Así como es capaz de insultar a una asistente a una exposición, aprovechándose de su situación de poder, es capaz de plantarse en Davos y explicarle a los padres de la criatura cómo hacer capitalismo del bueno. Los límites en su mente no existen, y arremete ciegamente contra todo lo que se le interponga. Eso sí, cuando el castañazo de vuelta viene pesado, se acomoda los guantes y retrocede. Pero vuelve a atacar. Ahora el cruce fue con su ex patrón, Eduardo Eurnekian. A la salida de la reunión del CICyP, un periodista le recordó al empresario las palabras del presidente en el Llao Llao, cuando les reclamó a los empresarios: “Muchachos, en algún momento van a tener que poner las pelotas, van a tener que invertir, se van a tener que jugar, para que se abran las aguas, y seamos libres”. La imagen que utilizó el primer mandatario era en clara alusión al episodio que relata el libro de Éxodo, cuando Moisés apoya su vara en el Mar Rojo y este se abre para darle paso al pueblo de Israel que escapaba de los egipcios. Pues parece que el empresario no es sensible a los relatos bíblicos y repondió: “Decile al presidente que se ponga las bolas y dirija el país. Me pide a mí que yo invierta? Decile que se ponga las bolas y dirija el país”. A buen entendedor, pocas palabras.
La del estribo. Como decíamos más arriba, todo hacía suponer que la Ley Bases encontraría en la Cámara Alta su batalla más difícil, y así ocurrió. Las gestiones de las espadas del oficialismo con el fin de sacar la norma por la vía express, están naufragando ante la andanada de rechazos por parte de los senadores a secciones cada vez más extensas del proyecto. En un primer momento el presidente había dejado entrever que se aprobara o no la Ley, el Pacto de Mayo no se suspendía, y que sólo iba a convocar a la firma a aquellos gobernadores que hubieran acompañado al oficialismo en el Congreso. Luego, y ante los primeros obstáculos, dijo que la fecha no era inamovible, podía ser en mayo, en junio o en julio. El día miércoles, comenzaron a circular versiones en las que se evaluaba la posibilidad de que el presidente asista solo a la firma del Pacto en la provincia de Córdoba, sin gobernadores y sin representantes de la política (sin la casta, “osea, digamos”), para sellar un pacto con la ciudadanía. No me quiero adelantar, tratemos de ser prudentes, pero a este ritmo, ni el tiro del final . . .