Análisis

Opinión: «La historia de la Argentina y el FMI en una carta»


Por Diego Añaños

Por Diego Añaños

El domingo 15 de noviembre se dio a conocer una carta de los senadores del Frente de Todos dirigida a la Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional. En la misma se puntualiza sobre varias cuestiones, algunas que se vinculan con la relación histórica del organismo con el país y otras que se refieren directamente al acuerdo logrado y caído (dos veces, es bueno recordarlo) durante el gobierno de Mauricio Macri. Lo llamativo, es que causó más molestia en la oposición y los medios que entre los propios funcionarios del Fondo.

Para abrir el análisis hay una cuestión que no debe perderse de vista: fue la Argentina la que recurrió al organismo en varias oportunidades, no fue el Fondo el que se acercó a la Argentina. Paralelamente es innegable que el organismo establece relaciones con el Estado Argentino, no con Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Mauricio Macri o Alberto Fernández. Uno no puede presentarse en una corte internacional y argumentar que no va a pagar porque el presidente que solicitó el crédito era un atorrante un inútil, o cosas similares. Es decir, uno no puede negar el principio de la continuidad jurídica del Estado. Finalmente, tampoco es menos cierto que el Estado Argentino incumplió sistemáticamente con los compromisos que asumió cuando firmó sus acuerdos. Digamos, desde el punto de vista estrictamente formal, no hay mucho por reclamar. Sólo sentarse y negociar lo que se pueda.

Sin embargo, el planteo de la carta es interesante, y avanza sobre una cuestión fundamental en todo este asunto, y tiene que ver son la necesidad de poner en la mesa de negociaciones la co-responsabilidad del Fondo en los sucesivos fracasos que tuvieron sus intervenciones. Según los datos, las principales variables macroeconómicas (crecimiento, inflación y empleo) han registrado sus peores comportamientos bajo períodos en los que la Argentina transitaba acuerdos con el FMI. Es decir, si bien los préstamos el organismo significaron un alivio temporal por la entrada de divisas, las consecuencias de las políticas “sugeridas” por los técnicos y funcionarios políticos implicaron invariablemente la generación de condiciones para una nueva crisis. Una de las sugerencias de la carta es que el Fondo debería prestar atención a esta regularidad histórica, ya que es muy sugerente.

También es cierto que, si bien se analiza la relación histórica de la Argentina con el organismo, el foco principal de la misiva está puesto en el último acuerdo, alcanzado durante la gestión de Mauricio Macri. Se destaca un punto que hemos remarcado sistemáticamente en nuestras columnas, y se refiere a la extraordinaria flexibilidad que tuvo el FMI a la hora de otorgar el préstamo. Muchos ponen el énfasis en decir que fue el mayor préstamo de la historia del organismo. Es un dato significativo, pero sólo contextual. La cuestión central es que el monto de los préstamos está atado a la cuota parte que cada país paga anualmente. Concretamente, los países pueden recibir el 435% de su cuota. Si se hubieran respetado los estatutos, argentina tendría que haber recibido un máximo de U$S22.000 dólares. Recibió más de U$S57.000, un 150% más de lo que correspondía.

Es cierto que el Fondo permite, a través de un mecanismo llamado de “acceso excepcional”, prestar por encima de lo que establece el estatuto. Para acceder a esas sumas extraordinarias el organismo exige que se cumpla con cuatro condiciones:

1. Que el país solicitante tenga graves problemas de balanza de pago.

2. Que el país muestre que existe una alta probabilidad de que la deuda sea sostenible en el mediano plazo.

3. Que el país tenga acceso al mercado de capitales para tener acceso a financiamiento que le permita devolver las obligaciones con el Fondo.

4. Que el programa con el fondo tenga probabilidades de éxito. Como refiere la carta, solo uno de los criterios se cumplía, el número 1, mientras que los otros tres estaban muy lejos de verificarse en la realidad. Aún así habilitaron el préstamo.

Claro, de ahí en adelante fueron todas excepciones. El primer acuerdo duró menos de tres meses. Luego hubo una renegociación en la que se amplió el crédito. Parece una delirio, pero ante el fracaso evidente, la respuesta del Fondo fue: “Ok, hicieron todo mal, entonces les vamos a dar más dinero”. Desde ese punto, la Argentina incumplió con todos los compromisos asumidos. Las metas inflacionarias se destrozaron, no se entregaron los informes a tiempo, etc, etc, etc . . .

Paralelamente, y simultáneamente con la llegada de las divisas del préstamo, se inicia un proceso de fuga de capitales salvaje, por un monto muy similar al de los créditos solicitados al FMI. Una casualidad extraordinariamente casual, que se produce en un contexto en el que ni siquiera los ministros del gabinete tenían sus dineros en el país. Incluso el ministro de Hacienda poseía la mayor parte de su patrimonio en el exterior. Digamos, una clínica en la que los dueños no quieren hacerse atender, no parece ser una clínica muy confiable. La evidencia es concluyente: el programa económico no funcionó, cayó el PBI, se disparó la inflación, el desempleo y la pobreza crecieron, los dólares se fugaron y la deuda se defaulteó. No hubo una sola variable positiva. No hay un sólo argumento a favor. Si siempre el Fondo fue co responsable, su responsabilidad en esta oportunidad es aún mayor, ya que forzó todas las barreras estatutarias para favorecer políticamente a un gobierno que no había demostrado que tenía la capacidad de gestionar la crisis.

La carta es un excelente resumen de lo que ocurrió, y reclama que el FMI no someta nuevamente a la Argentina a un nuevo programa de ajuste, y menos cuando acaba de protagonizar un estrepitoso fracaso muy poco tiempo atrás. El pedido es muy claro: si la política permitió que se derribaran todas las reglas para favorecer a Mauricio Macri, flexibilicemos nuevamente esas reglas para permitir que la Argentina salga de la crisis que el mismo Fondo generó con sus decisiones. Como decíamos al comienzo, ni uno sólo de los funcionarios del Fondo se mostró públicamente molesto por el tono del texto, e incluso se retiraron de la Argentina afirmando que las relaciones con el equipo económico argentino son excelentes y ya se está trabajando para llegar a un acuerdo como el que propone Guzmán. Son buenas noticias, pero aún falta saber si es cierto que el FMI cambió, y las recetas de ajuste quedaron en el baúl de los recuerdos.