Por Leo Ricciardino
Por Leo Ricciardino
Los distintos niveles de gobierno asisten por primera vez en muchos meses a la posibilidad de gestionar alguna certidumbre. La llegada continua de distintas vacunas contra el Covid permite el acceso más rápido a todos los sectores que están demandando ese tipo de protección que si bien, lo saben, no es total y absoluta permite transitar con algo más de tranquilidad lo que resta de la pandemia. Una encuesta reciente de Zuban, Córdoba y Asociados refleja que el 66,8% de los argentinos tiene deseos de vacunarse mientras que un 22% ya fue inoculado con al menos una dosis. Sólo el 7,5% manifestó su voluntad de no ser vacunado y el 3,7% no sabe ni contesta.
La misma consultora pregunta qué votaría la gente si las candidatas fueran las vacunas Sputnik V y Pfizer. La vacuna rusa obtiene el 42,7% de las preferencias mientras que la estadounidense se queda con el 34,4%. Más del 22 por ciento se abstuvo de elegir. Obviamente es un juego porque en gran medida -salvo los que pueden viajar a Estados Unidos- no se puede elegir qué vacuna ponerse. Y también es un juego porque no puede traducirse directamente a votos. Pero sí expresa el resultado de las distintas manipulaciones que se vienen haciendo al respecto a través de los medios y de diferentes figuras políticas.
El periodista Eduardo Aliverti lo escribió hace unos días: nadie crea que Pfizer “paga coimas a periodistas o dirigentes opositores para que promuevan su vacuna. Lo hacen gratis por lo que eso significa, por lo que representa Pfizer”. Y también por lo que representa posicionarse contra el gobierno al que adjudican cercanía con Sputnik V y con el presidente ruso Vladimir Putin. De hecho la presentación conjunta del inicio de la producción argentina con los componentes de esa vacuna en la que participaron ambos mandatarios; dejó en claro el acuerdo que hay entre los países y también el papel de Rusia en el mundo mediante la producción de la Sputnik V.
Pero así como no es verdad que el gobierno argentino haya solicitado a Pfizer “pagos indebidos” para traer su vacuna a la Argentina; tampoco es cierto que el presidente norteamericano Joe Biden haya dejado afuera a este país de las donaciones de vacunas por alguna suerte de “venganza política”. En realidad lo aclaró la propia Casa Blanca al señalar que Argentina no recibirá donaciones de Pfizer en los próximos días por ser una nación “emergente y estar destinada estas donaciones a los países más pobres de América Latina”. Por cierto, Nicaragua y Haití sí recibirán esas donaciones. Además, Argentina tendrá algunas dosis de vacunas donadas por Estados Unidos en el marco de otros programas que administra también la Organización Mundial de la Salud.
Pero fue tal el esfuerzo mediático y político por hacer ver un rechazo del peronismo a Pfizer (una suerte de Pfizer o Perón) que algunos sectores lo terminaron creyendo. Con todo, como lo refleja la encuesta la preferencia de la ciudadanía por la Sputnik V -a la que intentaron desprestigiar desde el comienzo- es amplia y notoria.
En Santa Fe y en Rosario la llegada masiva de dosis de distintas vacunas trajo una ola de optimismo después de tantos días de malas noticias, muertes y gente joven internada grave por el virus. El stock recibido permitió lanzar una convocatoria de turnos de vacunación para más de 200 mil personas de una sola vez y esto terminará por otorgar un panorama totalmente distinto para julio y agosto.
Todas las operaciones, mezquindades y oportunismos para desacreditar vacunas, procesos y medidas de cuidado, van quedando de a poco en el olvido en la memoria de una sociedad que sabe lo que le conviene y quién se lo puede dar. Pero a no equivocarse, a la hora de las urnas habrá algunas cosas más en la cabeza de los sufridos votantes que jeringas y agujas.