Por Damián Umansky – Periodista especializado en internacionales
Por Damián Umansky – Periodista especializado en internacionales
¿Hay acaso algún sorprendido por lo que ocurrió el pasado miércoles en el Capitolio? ¿Realmente alguien esperaba un gesto de civismo e institucionalidad de Donald Trump en su despedida del poder? ¿Alguien imaginó a ambos matrimonios presidenciales juntos, realizando la ritual caminata por las instalaciones de la Casa Blanca?
Cualquier observador de la situación política en los Estados Unidos coincide en señalar que la violenta insurrección de la turba trumpista, que provocó 4 muertos y heridos en el Congreso estadounidense mientras se aprestaba para certificar a Joe Biden como nuevo Presidente, no sorprende. Tal vez llamó la atención la espectacularidad, pero el escenario estaba dispuesto para que cualquier cosa suceda.
Sólo aquellos que subestiman la capacidad de daño de Trump pudieron suponer que dejaría el poder en silencio, silbando bajito, cediendo el centro de la escena así como si nada. Los mismos que subestimaron alguna vez que podría llegar a lo más alto del poder político del país.
Meses antes incluso que se produjera el acto eleccionario que catapultó al Partido Demócrata nuevamente en la Casa Blanca, Trump agitaba la idea de fraude. Anticipó que nunca reconocería una derrota, obturó el proceso de transición, llamó “cobarde” a su propio vicepresidente Mike Pence por no acompañarlo en su idea de hacer fracasar la sesión especial para certificar al nuevo mandatario y agitó a estos grupos extremistas, conspiracionistas, violentos de armas llevar, a los que su hija Ivanka los llamó “patriotas”. Este final era esperable.
Lo que viene
La buena noticia para la golpeada institucionalidad norteamericana, fue que una vez despejado el asalto al Capitolio, los congresistas pudieron retomar la sesión especial para certificar a Biden como nuevo mandatario. Al mismo tiempo, aún consternados por lo vivido aquella tarde, se alzaron numerosas voces, demócratas y republicanas, para echar a Trump por considerarlo responsable de incitar a los insurrectos.
Existen dos mecanismos constitucionales para tal fin: un impeachment o juicio político express, o la aplicación de la 25ª Enmienda de la Constitución, declarándole a Trump la “incapacidad de continuar en el ejercicio del cargo”. Incluso, hay quienes proponen inhabilitar al magnate para ejercer cargos públicos. Para la aprobación de ambos recursos se requieren mayorías especiales.
El futuro inmediato del magnate no es la única incertidumbre en Estados Unidos. Por estas horas las dudas están puestas en cómo resurgirá el Partido Republicano luego de Donald Trump. El magnate con su estilo se ha devorado a este espacio político que reaccionó de manera dispar ante los atropellos de su primera figura. Tras las elecciones, hubo referentes – los menos – que admitieron el triunfo de Biden; hubo otros que decidieron acompañar la aventura judicial para impugnar los comicios por denuncias de fraude que nunca prosperaron; y una buena cantidad de dirigentes, especuladores, que siguieron tímidamente los acontecimientos.
El otro interrogante se centra en cómo será la futura gestión de Biden. El nuevo presidente asumirá con el lastre de gobernar un país en el que una importante porción de la población no le reconoce su autoridad o piensa que llegó al poder de manera ilegítima.
En tanto, será crucial también para la nueva administración acertar con las medidas sanitarias que ayuden a mitigar los efectos del Coronavirus. Estados Unidos es el país que más contagios y muertes padeció por el virus, y el momento actual es tal vez el más dramático desde que comenzó la pandemia.
Paradójicamente China, primer país afectado por el Coronavirus, hoy es la contracara. Los especialistas destacan que el gigante asiático logró un manejo de la pandemia, lo que le permitió cerrar el 2020 con mejores números en materia económica (fue uno de los pocos países sin recesión), y muy buenas proyecciones de crecimiento para los próximos años.
Según un estudio del Centro Británico de Economía y Negocios, China se convertirá en 2028 en la primera potencia económica a nivel global, desbancando a Estados Unidos. Mientras que los asiáticos crecerán en un promedio anual en el orden del 5,7% durante el próximo lustro, Estados Unidos – si bien espera un importante repunte para este año – sólo lo hará en el 1,9% anual.
Biden asumirá el próximo 20 de enero con varios desafíos en su agenda. Deberá dar prontas respuestas en materia sanitaria y económica. Buscará devolver al país algo de lo mucho que perdió durante esta última etapa en calidad institucional. Y, quizás la más difícil, intentar unir a un país literalmente partido en dos.