Por Enrique Genovar - CLG
Por Enrique Genovar
La historia de Central desde hace rato le tiene guardado a Miguel Ángel Russo un lugar de privilegio. Y si algo le faltaba al entrenador para asegurarse un buen espacio en el “libro canalla” es lo que sucedió en este segundo semestre.
Russo lo hizo otra vez. Central está en la lucha por el torneo y jugará la próxima edición de la Copa Libertadores de América. El Canalla y Miguel no nacieron juntos, pero se conocieron hace años y se enamoraron. Si bien fue un amor a primera vista el técnico fue renovando “los votos” cada que vez que le tocó volver y esta etapa no es la excepción.
Ni el más optimista hincha auriazul esperaba lo que pasó este fin de semana. No por el triunfo en Sarandí ante ya descendido Arsenal, sino por todo lo que acarreó la victoria en el viaducto. Central jugará playoffs y ya tiene asegurado su lugar en uno de los grupos de la Libertadores, la competencia por excelencia en esta parte del mundo a nivel clubes.
La ebullición por lo conseguido sin dudas durará. Pero con el correr de los días y cuando la mirada gane en perspectiva será aún más apreciada todavía. Y la causa que sin dudas calificará mejor lo conseguido será la de saber dónde estaba cuando arrancó el año.
El Canalla comenzó el 2023 con mal promedio. Arrancó a 5 unidades de los que estaban más abajo y producto del retraso de elecciones el libro de pases se vio reducido. Pero Russo, con lo que estaban y con los que llegaron logró armar un plantel competitivo. Un Central que se hizo indomable en su casa y que si bien tuvo irregularidades como todos los equipos, luego del último Clásico logró sacar lo mejor de cada uno de sus jugadores.
Los lugares que ganó Central son merecidos. Lo hizo con trabajo, con algunas individualidades en gran nivel y con un colectivo muy comprometido.
Ahora irá por más, pero lo hecho hasta acá es infinitamente valorable. Russo lo hizo otra vez.