Al menos tres heridos, entre ellos un opositor excarcelado, dejó este sábado una manifestación contraria al gobierno de Nicaragua, convocada bajo el lema «Nada está normal».
Uno de los damnificados es el dirigente opositor Pedro Estrada, que sufrió una herida en la cabeza tras caerle una bomba de luz y sonido lanzada por agentes antidisturbios, y los otros dos son una mujer, que se desmayó, y otro hombre, ninguno de gravedad.
Los hechos ocurrieron en la entrada del estacionamiento del edificio del Centro Pellas, en el nuevo centro de Managua, donde decenas de nicaragüenses se concentraron para participar en la marcha convocada por dos agrupaciones opositoras, en medio de la crisis que atraviesa el país desde hace 17 meses.
Cuando los opositores, después de rezar el Padre Nuestro, cantar el himno nacional y levantar la bandera de Nicaragua, iban a salir a las calles, decenas de agentes antidisturbios que estaban apostados en la entrada del edificio bloquearon el paso y lanzaron bombas lacrimógenas, así como de luz y sonido. Los opositores se dispersaron y se refugiaron en el edificio, sin mayores incidentes.
En otro punto de Managua, decenas de opositores se concentraron también en el estacionamiento de un edificio de oficinas y lanzaron consignas en contra del Gobierno de Ortega y a favor de la libertad de los que consideran “presos políticos» y justicia para las víctimas de las protestas.
La Unidad Nacional Azul y Blanco y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, las dos agrupaciones opositoras más visibles de Nicaragua, convocaron a esta manifestación para reclamar el restablecimiento de los derechos constitucionales en el país.
La Policía estaba desplegada en las principales vías de acceso a Managua y en diferentes puntos de la capital ya desde horas antes de la manifestación opositora.
Las autopistas principales, rotondas y varias intersecciones de Managua fueron ocupadas por agentes antidisturbios y de la Dirección de Operaciones Especiales Policiales (DOEP) desde la mañana, reportó la agencia EFE.
Nicaragua sufre una crisis sociopolítica que ya dejó más de 300 muertos, desde abril de 2018, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, aunque algunos grupos suben a casi 600 esa cifra y el Ejecutivo la única en 200.