Fue uno de los defensores de los derechos humanos y brindó consuelo a los soldados judíos que participaron del conflicto.
El rabino Baruj Plavnik, que fue reconocido por su tarea pastoral durante la Guerra de Malvinas en la que llevó su mensaje de consuelo a los soldados argentinos de fe judía que participaron del conflicto, falleció hoy a los 69 años por coronavirus y desde su comunidad eligieron recordarlo como «un hombre íntegro».
Plavnik fue discípulo directo del rabino Marshall Meyer, el religioso norteamericano que llegó a Argentina a fines de la década del 50 y revolucionó la forma en que miles de judíos argentinos viven la aproximación a su religión.
Además, fue rabino de la Comunidad Bet-El, director de Servicios Comunitarios, profesor en el Seminario Rabínico Latinoamericano y fundó la comunidad y sinagoga Pardés, último sitio donde ejerció como rabino.
Adquirió reconocimiento nacional porque en la Guerra de Malvinas, en 1982, supo ser uno de los defensores de los derechos humanos y brindó consuelo a los soldados judíos que participaron del conflicto.
«Durante la Guerra de Malvinas en Argentina puso su cuerpo y alma al servicio de los soldados. Fue un férreo defensor de los Derechos Humanos», aseguraron desde el Seminario Rabínico Latinoamericano.
Plavnik fundó en 1992 la Comunidad Pardés (en el barrio porteño de Belgrano), de la que hizo un centro de estudio, de encuentro y un gran espacio comunitario abierto a la sociedad.
Allí desarrolló una tarea pastoral con su comunidad recolectando alimentos para los necesitados, la creación de una bolsa de trabajo, encabezando donaciones de sangre y, en los últimos meses, ofreciendo la sede de su sinagoga como centro vacunatorio contra la Covid-19.
«Las enseñanzas que dejó son enormes, era un hombre de una sabiduría inmensa y no hacía alarde de eso. Él dio un ejemplo de sus valores en toda su vida, vivió siempre de acuerdo a sus convicciones e ideales. Nunca se traicionó», dijo a Télam, Sebastián Hochstein, becario rabínico y discípulo de Plavnik en Pardés.
«El centro funciona como vacunatorio y él eligió no vacunarse primero, hacer la fila como corresponde. Era un hombre íntegro», agregó Hochstein, que manifestó que fue un «un shock» el fallecimiento de su maestro a causa del coronavirus luego de permanecer internado más de un mes en la clínica Finochietto.
Durante la pandemia, Plavnik realizó las ceremonias de shabat vía Zoom desde su hogar y también (luego) desde el templo para dar consuelo a las familias en medio de la crisis sanitaria.
Desde su oficio, Plavnik tuvo una mirada amplia y plural del judaísmo y se oponía a la mirada sectaria de las corrientes ortodoxas, y bregó siempre por la unidad de las personas en la comunidad.
«Nuestro maestro era un rabino pionero, líder, con un mensaje claro en medio de la confusión. Su ausencia será dolorosa. Su recuerdo y legado continuarán guiándonos. Que su alma esté unida a los lazos de la vida eterna», escribió -por su parte- el titular decano del Seminario Rabínico Latinoamericano, Ariel Stofenmacher.
«El fue mi maestro y elijo recordarlo por lo que dejó. Agradezco haberlo tenido en mi vida más allá del sufrimiento de haberlo perdido», afirmó Hochstein a Télam y contó que Plavnik vivió como dice la fe judía: «Como dice el Talmud, el justo vive por su fe».
«Gran esposo y compañero de Peli y un padre ejemplar para Maia, Yael y Mijal. Su ausencia física será extrañada», lo recordaron desde el Seminario Rabínico Latinoamericano en un mensaje dirigido a su familia.