El Senado de Estados Unidos confirmó hoy a Mike Pompeo como nuevo secretario de Estado, quien fue nominado por el presidente Donald Trump para ocupar el cargo, después de que el mandatario destituyera a su antecesor, Rex Tillerson.
La designación del saliente director de la CIA, fue aprobada con 57 votos, entre ellos de republicanos y demócratas, y rechazada por 42 senadores, una votación muy reñida y similar a los resultados que obtuvo la de su predecesor, Rex Tillerson.
Seguidamente, Pompeo, ex oficial de las Fuerzas Armadas y ex congresista por Kansas, juró ante el juez de la Corte Suprema, Samuel Alito.
Desde allí, Pompeo se trasladó hacia el aeropuerto, para iniciar su primer viaje como secretario de Estado, en el que tiene previsto visitar Bruselas, Arabia Saudita, Israel y Jordania hasta el 30 de abril, con el objetivo de abordar «asuntos regionales bilaterales y críticos», según recogió la agencia de noticias DPA.
«Ningún secretario de Estado en la historia moderna ha viajado tan pronto después de su confirmación. Ya estamos en el avión preparados para ir a la OTAN, Arabia Saudí, Israel y Jordania», indicó la portavoz diplomática, Heather Nauert, en su cuenta de Twitter.
El presidente Donald Trump, celebró a través de la misma red social la confirmación de Senado: «Tener un patriota del inmenso talento, energía e intelecto de Mike al frente del Departamento de Estado será un activo increíble para nuestro país en este momento crítico de la historia».
«Siempre priorizará los intereses de Estados Unidos» sentenció Trump, quien aseguró que el director saliente de la CIA tiene toda su confianza y apoyo.
Pompeo, un ultraconservador con fama de «halcón», como se llama a los que anteponen la fuerza a la diplomacia, pasa de dirigir los servicios de inteligencia a liderar la política exterior del presidente Donald Trump, tras el despido en marzo de Tillerson.
La oposición fue muy crítica con Pompeo durante el proceso de confirmación, sobre todo por su temor a que, lejos de contener los impulsos de Trump, aliente sus instintos más beligerantes y peligrosos.
La hostilidad no fue solo de los demócratas. Un destacado senador republicano, Rand Paul, mantuvo su rechazo a Pompeo hasta que Trump le convenció en el último momento por compartir que la guerra de Irak fue un error y que Estados Unidos debe salir del conflicto en Afganistán.
No obstante, el nuevo secretario de Estado, de 54 años, ha intentado remedar y maquillar los comentarios previos maquillar su fama al asegurar que apuesta por las soluciones diplomáticas con Corea del Norte e Irán.
Cuando fue nominado jefe de la CIA, también le persiguieron otros comentarios del pasado: unos en los que acusaba a los líderes de las comunidades musulmanas de Estados Unidos de ser «cómplices potenciales» de terrorismo por su supuesto «silencio» ante los atentados en el país.
Pompeo se dio a conocer a nivel nacional en Estados Unidos como azote de Hillary Clinton cuando la demócrata era la jefa de la diplomacia y él un congresista de Kansas y férreo miembro del comité de investigación sobre el atentado en el consulado estadounidense de Bengasi, Libia, de 2012.
Formado en la Academia Militar de West Point y graduado en Derecho por la Universidad de Harvard, llegó a la Cámara de Representantes en 2011, como parte de la ola del movimiento ultraconservador Tea Party.
En su nuevo cargo, tiene por delante el desafío de devolver al Departamento de Estado la relevancia perdida en el primer año de Trump y cubrir los numerosos e importantes puestos diplomáticos vacantes, entre ellos el de embajador en Corea del Sur.
Su primera gran misión la tuvo antes incluso de ser confirmado en el cargo: se reunió en marzo en Corea del Norte con su líder, Kim Jong-un, para preparar la reunión que este mantendrá con Trump próximamente.