Por José Odisio
La noticia de la posible salida de Lionel Messi del Barcelona descontrola el ritmo cardíaco de los corazones leprosos. Tal vez Messi siga en Cataluña o es posible que analice jugar en algún poderoso de Europa, pero es imposible que frente a esta inédita chance verlo con otra camiseta que no sea la blaugrana, los hinchas leprosos no se ilusionen.
Leo dijo en más de una oportunidad que le gustaría jugar en Newell’s aunque sea un torneo. Darse ese gusto de ponerse la camiseta del club del que es hincha y del cual no reniega, por el contrario, cada vez que puede y sus contratos comerciales lo permiten, se muestra con algo rojinegro, incluso la cinta de capitán de la selección argentina. Pero ese deseo tal vez se postergue para más adelante, al menos eso es lo que supone cualquier pensamiento terrenal basado en la lógica. Aunque no son pocos los periodistas españoles que piensan que Messi pueda venir a Newell’s a recuperar la felicidad perdida.
Newell’s inició el año pasado una búsqueda de preparar el terreno para que en algún momento Messi pudiera desembarcar en el Parque. Y en esa idea incluyó a AFA, ya que tener al crack rosarino por estas tierras supondría una revolución a la que el fútbol argentino no está preparado, en especial desde la infraestructura. Tapia vio con buenos ojos la idea, porque económicamente sería una bendición para todo el fútbol argentino. Aunque hizo poco desde lo organizativo como para tentar a Messi.
Lo cierto es que, salvo su deseo de jugar alguna vez en Newell’s, no hay nada que permita pensar que Messi pueda decidir venir a jugar a Argentina. A no ser que quiera vivir una experiencia distinta, casi exótica para alguien que siempre jugó en la formalidad y el orden del fútbol europeo. Si se da, ahora o más adelante, el famoso sentido de pertenencia pasará a ser definitivamente sinónimo leproso. De eso ya nadie tendrá dudas.