El llamado "Achurero Solidario" recorre todos los barrios de San Rafael, al sur de Mendoza, y lleva donados unos 4.000 kilos de hígado, además de bolsas de pan y litros de cloro
Un carnicero mendocino se convirtió durante la pandemia por el coronavirus en el ‘Achurero Solidario’ ya que recorre todos los barrios y distritos de San Rafael, al sur de Mendoza, y lleva donados unos 4.000 kilos de hígado, además de bolsas de pan y litros de cloro a los primeros clientes que llegan a diario a su puesto callejero.
«Estoy feliz porque estoy trabajando muy bien. Es todo muy lindo porque antes yo salía a buscar a la gente para que me comprara y ahora es la gente la que me sale a buscar a mi», dijo a Telam José Chispe, el feriante de 46 años que todos los días dona hígado y otros productos y que, calcula, en algo más de cien días ya regaló cuatro toneladas de alimentos.
José, el ‘Achurero Solidario’, abre su puesto callejero todas las mañanas en un barrio diferente y por la tarde en otro distrito, algunos ubicados a varios kilómetros de la ciudad de San Rafael, y donde cada día lo esperan decenas de personas formando una fila con distancia social.
«Agradezco al municipio de San Rafael que me da el permiso y me ayuda a llegar a todos los rincones del departamento, y a todos los clientes que me compran porque cuanto más vendo, más puedo donar», dijo el feriante conocido por su puesto en la Feria Municipal.
Nacido en San Rafael y con muchos años de trabajo en otro rubro en la ciudad de Río Gallegos, Quispe volvió a su ciudad natal, donde hace once años tiene un local de achuras en la localidad de Salto de Las Rosas, el Centro de Parrillada, que ahora manejan sus hijos mientras él recorre barrios y distritos.
«Sabemos que con la pandemia es todo muy complicado. Gracias a Dios, cuando empecé a pensar en cómo hacer para acercar las parrilladas a los distritos, me llamaron del municipio para proponerme que, junto a la donación de mis productos, sumara la entrega gratuita del cloro municipal y muchos kilos de pan que donan a diario desde las distintas panaderías», contó.
Con distanciamiento social y barbijos, cada mañana cuando llega con su puesto andante, lo espera una larga fila en la que se pueden ordenar hasta medio centenar de personas.
«Los primeros veinte clientes se llevan un kilo de hígado, cloro y pan gratis, lo mismo que los primeros veinte compradores de la tarde. Y así sigo la venta durante todo el día», comentó.
Feliz de su tarea y entrega, el comerciante dijo que su idea resultó «un éxito total».
Su oferta más tentadora, dice, es la que propone dos kilos de parrillada por $300 y que incluye, según contó hoy, «chinchulines, tripa gorda, molleja, corazón, riñoncito y bolillo de entraña».
En cada esquina barrial, ya desde el día anterior, los vecinos saben y comentan que viene el achurero: «Y eso te da una satisfacción muy buena», reconoce.
«Son estas personas las que hacen que yo pueda seguir, cuando van comprando y que me permiten que pueda seguir donando», agradeció Quispe.