Opinión

Mayores de 60 con los pelos de punta y desgarbados


Una medida que da lugar a pensar en actitudes discriminatorias, una delgada línea separa siempre lo justo y adecuado del supino disparate

El Estado debería tener mucho cuidado y estar atento a consideraciones importantes al momento de elaborar protocolos de bioseguridad, pues si bien no caben dudas de que lo que se busca siempre es preservar la salud de las personas, en ocasiones demasiado celo en el cuidado puede convertirse en un acto de discriminación. Lo que ocurrió en la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, cuando el gobierno porteño dispuso que los adultos mayores de 70 años debían pedir permiso para salir de sus hogares, es un claro ejemplo que indignó a casi toda la ciudadanía del país. Una delgada línea separa siempre lo justo y adecuado del supino disparate.

En la provincia de Santa Fe, se ha permitido la apertura de comercios y servicios con ciertas restricciones y cuidados, pero en algún caso, como el de las peluquerías y salones de belleza, nuevamente se ha incurrido en lo que no pocas personas consideran cuanto menos una equivocación por no decir una discriminación: las personas mayores de 60 años no podrán ingresar y por tanto no podrán hacer uso del servicio en el local. . Tampoco podrán hacerlo embarazadas o personas con enfermedades de riesgo. En esos casos, ¿cómo se controlará a las embarazadas de pocos meses de gestación o a personas con enfermedades?

Está claro que aquello que se busca es proteger a los sectores más vulnerables al virus, pero la suma de restricciones a una franja etaria -en este caso adultos mayores- puede dar lugar a que se instale la cultura del apartamiento, del aislamiento o de la prescindencia de un sector social al que muchos poderosos han calificado de “problema” para la economía mundial.

El imperio persistente de la orden: “los adultos mayores no”, puede ser caldo de cultivo para comenzar a denigrar en la vida ordinaria a un sector social que viene siendo en Argentina bastardeado y abandonado sistemáticamente y de diversos modos.

Captura del protocolo provincial

Los adultos mayores no deben salir de sus casas; los adultos mayores no pueden ir a las peluquerías y salones de belleza; los adultos mayores… Peligroso, muy peligroso, porque sienta precedentes de épocas pasadas en donde al ser humano por su condición religiosa, racial, o biológica se lo confinaba y trataba como a un ser inferior en la escala de valores.

A este respecto, debe aplaudirse la decisión del juez en lo Contencioso Administrativo y Tributario , Lisandro Fastman, quien declaró en su momento la inconstitucionalidad de la medida del gobierno porteño que impedía la posibilidad de circular sin autorización previa a los mayores de 70 años. El magistrado fundamentó en que se trató de una medida «discriminatoria» hacia los adultos mayores. Ni más ni menos.

Como es también discriminatoria para el sentido común (que no abunda hoy) el hecho de que se impida a un mayor de 60 años ingresar a un comercio para gozar de un servicio. Un verdadero disparate. La noticia, con justa razón, ha puesto los pelos de punta a un buen sector de la sociedad que si bien ve con buenos ojos la protección y que se implementen medidas adecuadas y estrictas de seguridad, teme que de ello se pase a más discriminación hacia un bloque social que históricamente vive en el apartheid.