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Luego de 96 años cierra el bar El Rosarino: «Las políticas de este gobierno arrasan con todo»


CLG dialogó con Nahir Cordero, quien tuvo que tomar la difícil decisión de bajar las persianas por no poder pagar las tarifas de los servicios.

«Lamentamos informar que por razones económicas no podremos continuar con el barcito». Así comenzó el triste mensaje que tuvo que publicar Nahir en el facebook del bar «El Rosarino«, que después de más de 90 años cerrará sus puertas. Y la angustiante noticia parece tener un responsable: «Lamentamos profundamente las políticas de este gobierno que arrasan con todo, incluyéndonos», agregó.

Mesas y sillas antiguas, botellas de vidrio que tienen décadas, carteles de Rosario y Asturias del siglo pasado, heladeras de madera, una vieja y perfectamente mantenida máquina de café y el clásico cartel de Crush en su puerta. Estas son las postales de El Rosarino, postales que probablemente no se vuelvan a ver.

La historia de este mítico bar ubicado en Salta y San Nicolás se remonta a 1923, cuando Manuel Antonio Castaño llegó desde Asturias y lo fundó enfrente de donde se encuentra en este momento. Tras varias décadas de trabajo, en 1962 tuvieron que mudarse del otro lado de la calle. Quien luego tomó la posta fue su hijo Roberto, quien administró el bar hasta julio de 2018, momento en el que tuvo que alejarse por una enfermedad. Entonces comenzó un período de descanso para el bar en el que se buscó a alguien que tomara las riendas de El Rosarino.

Allí es donde aparece Nahir Cordero. Su padre, taxista, era cliente frecuente en las épocas en las que el bar solía estar abarrotado de gente. Pero no fue él quien la instó a que tomara el mando de El Rosario, sino que fue su madre, Gabriela. Nahir y su familia se hicieron cargo del bar en octubre de 2018 pero, lamentablemente, el sueño duró poco.

Tras seis meses de trabajo, tuvieron que decir ‘basta’. Las tarifas de la luz, el gas y el agua, sumadas a los constantes aumentos en los productos y el poco movimiento de personas, formaron un cóctel letal e hicieron imposible que pudieran seguir adelante.

«Nunca pensé que iba a pasar esto. Fui moza, pero es verdad que nunca habíamos administrado un local gastronómico. Sé que puse lo mejor de mí en cada café y di el mejor servicio«, contó Nahir a CLG. «Me dolía mucho cada vez que tenía que subir los precios porque siempre fui la que los paga«, subrayó.

«El bar que hoy te vendé un café a 55 pesos es porque contempló todas las variables en el precio: el diario, la limpieza, la luz, Pero es el mismo café que yo vendo a 40», explicó.

Nahir aseguró que va «a extrañar» el bar: «Lo que me gusta de acá es que no hay tanto ruido. No tenemos televisión y la gente viene a leer el diario y a tomarse un café».

Si bien ahora les toca bajar las persianas por el contexto económico, confía en que este no sea el fin de El Rosarino: «Ojalá alguien se avive y lo ponga en valor para que pueda permanecer abierto«. Justamente, en la publicación de facebook antes mencionada, les pide a los interesados a que se comuniquen.

Por ahora, parece ser el fin para El Rosarino, pero confían en que sólo sea el final de un capítulo y no de toda la novela. El mítico bar cerrará sus puertas la próxima semana y dejará detrás de sus persianas innumerables charlas, pero con la plena esperanza de que esa vieja máquina vuelva a servir café, que las antiguas sillas vuelvan a soportar el peso de los clientes y que el ambiente de ese mítico bar vuelva a llenarse de júbilo, como lo hizo desde 1923.