Más de 20,5 millones de ciudadanos chinos quisieron este año comprar un pasaje de avión, pero no pudieron hacerlo por tener puntajes demasiado bajos en los sistemas de «crédito social», un mecanismo de premios y castigos que se instaura como tendencia en la China de la vanguardia tecnológica.
Estos sistemas que califican a las personas en función de su comportamiento se consolidan en el gigante asiático junto con el uso de inteligencia artificial a escala masiva -principalmente para vigilancia-, según reveló el informe «China Internet Report 2019», publicado recientemente por el diario South China Morning Post.
Al igual que esas 20,5 millones de personas, a 5,7 millones les prohibieron la compra de boletos de trenes de alta velocidad como castigo por tener deudas impagas o por mostrar otros comportamientos «no confiables».
Muchas de esas personas son parte de los 13,5 millones de ciudadanos que conforman la base de datos «no oficial» del Tribunal Supremo de China y que, por haber perdido su confiabilidad, tienen restringidas otras actividades, como el acceso a los mercados financieros.
Según señaló el informe, aquellos con puntajes altos tienen ventajas como eludir la primera ronda de entrevistas a la hora de buscar trabajo.
El objetivo del gobierno chino es tener para 2020 a todos sus ciudadanos clasificados en alguno de los varios sistemas de «crédito social», mecanismos destinados a alentar a personas y empresas a respetar las normas y a promover la integridad y confiabilidad en la sociedad.
«Tal vez en algunas sociedades asiáticas hay nociones menos individualistas sobre cómo funciona la sociedad y se valoran cuestiones vinculadas a la armonía más que a la privacidad. Hay sectores de la sociedad china que están muy conformes con estos sistemas porque confían en el gobierno y en sus intenciones», analizó en diálogo con Télam Martín Shapiro, abogado y analista internacional.
«Tampoco creo que sea muy diferente de, por ejemplo, rankear a los vendedores de Mercado Libre, que también es una forma de ‘scoring’ social», comparó.
Otra de las principales tendencias en China es el desarrollo y uso a escala masiva de sistemas de inteligencia artificial (IA) en áreas como la video-vigilancia, el control de acceso a eventos, recomendaciones personalizadas, pagos y desarrollos de ciudades inteligentes.
En el subterráneo de la ciudad de Shenzhen, en lugar de presentar un boleto o escanear un código QR con sus teléfonos inteligentes, los pasajeros pueden escanear sus caras en una pantalla en la puerta de entrada y que la tarifa se deduzca automáticamente de sus cuentas bancarias, previamente vinculadas, según el informe.
El reconocimiento facial también es utilizado por la policía que, a través de lentes de realidad aumentada, puede identificar a las personas en tiempo real y en simultáneo acceder a sus datos de identidad o saber la patente de su auto, todo vinculado a una base de datos nacional.
En estos sistemas de IA para vigilancia y seguridad China encontró un modelo de exportación, en el que nuevas empresas como SenseTime o Megvii se meten en los mercados gubernamentales y comerciales de Asia sud-oriental, América Latina y África.
En su intención de consolidar su liderazgo tecnológico, «un campo fértil es el de la vigilancia inteligente, un mercado atractivo que además le permite (a China) probar y mejorar sus productos en entornos distintos al propio», explicó Shapiro.
Todo esto sucede en un ecosistema de aplicaciones y empresas de Internet apalancado por la escala de la población china en el que, según el reporte, en cada segmento de la red las principales empresas estadounidenses tienen su contraparte china.
En ese ecosistema destacan por su magnitud las gigantes Tencent, Alibaba y Ant Financial que, valuadas respectivamente en 418 mil, 416 mil y 150 mil millones de dólares, solo son superadas a nivel mundial por Microsoft, Amazon, Apple, Aplphabet y Facebook.