Análisis

Los ganadores y los perdedores de la pandemia


Por Diego Añaños

Decíamos un par de semanas atrás que, antes de la pandemia, la Cepal proyectaba un crecimiento de 1,3% para la Latinoamérica. La crisis de la pandemia impactó fuertemente en el sub-continente, tanto en términos sanitarios como económicos. En abril ya las expectativas ya proyectaban una caída del 5,3%, mientras que el informe de julio ya estima una caída del 9,1%. Latinoamérica no es la región más pobre, pero sí la región más desigual del planeta.

Como era previsible, la crisis no sólo cristalizó la brecha entre pobres y ricos, sino que la profundizó, según lo consigna un informe de Oxfam, una coalición de 19 organizaciones globales focalizadas en combatir la pobreza en 90 países. El paper, dado a conocer recientemente, sostiene que los 73 supermillonarios de la región (aquellos cuyo capital está por encima de los mil millones de dólares), han incrementado su fortuna en U$S48.200 millones de marzo a la fecha. Además, consigna que, en promedio, surgió un milmillonario cada dos semanas, dato que surge del análisis de los ránkings de las personas más ricas que publica la revista Forbes. Claro, mientras que se visualiza el crecimiento desmedido de los patrimonios de los más ricos, se observa que poco más de la mitad de la población laboralmente activa, esto es, unas 140 millones de personas, trabaja en un empleo informal, y uno de cada cinco vive en un barrio carenciado. Sin embargo, la cosa no termina ahí: según las proyecciones, 52 millones de personas podrían caer en la pobreza como consecuencia de la pandemia. En términos prácticos, significaría un retroceso de 15 años en la lucha contra la pobreza, de acuerdo a las estimaciones hechas por el Instituto Mundial para la Investigación de la Economía del Desarrollo de la Universidad de las Naciones Unidas.

También los recursos fiscales se verán seriamente afectados por la recesión. Los técnicos de Oxfam, estimaron que Latinoamérica podría llegar a perder U$S113.400 millones en ingresos fiscales en 2020, aproximadamente un 59% del gasto público en Salud de la región. Otro dato impactante que surge del informe, muestra que la recaudación podría ser 50 veces mayor a la que percibirán los estados latinoamericanos de los supermillonarios, si se aplicara un impuesto de entre el 2% y el 3,5% aquellos ciudadanos que tengan más de un millón de dólares. Resta mucho camino por recorrer, ya que sólo tres países de la región aplican un impuesto sobre el patrimonio: Argentina (con un tope de 1,25%), Colombia (1%) y Uruguay (1%). En caso de poder lograrlo, la recaudación extra podría llegar a los U$S14.200 millones.

Está claro que algunos países sufren de un estrés extra, ya que está tan de moda la palabra, debido a su nivel de endeudamiento. Particularmente, en casos como el argentino, la situación de virtual default hace que el cuadro sea aún más preocupante. En este contexto, un alto grado de exposición financiera como la de la Argentina opera como una variable que introduce una complejidad extra a la situación, ya que a los problemas derivados de la pandemia, se le agrega la imposibilidad del acceso al financiamiento externo blando. De más está decir que tales niveles de endeudamiento no surgen por generación espontánea, sino que forman parte de un dispositivo muy eficaz desarrollado a lo largo de la historia de los países emergentes.

En declaraciones recientes, Mauricio Claver, que hoy figura como asesor de la Casa Blanca, pero que es el candidato de Donald Trump para presidir el BID, sostuvo que Estados Unidos decidió apoyar incondicionalmente al gobierno de Mauricio Macri. De ese modo, y a partir de la influencia que el propio Claver tenía en el organismo, la Argentina fue “beneficiada” con el crédito más grande de la historia del organismo. Aquel crédito, no sólo se otorgó por un monto que estaba muy por encima del que estipulaba el articulado del Fondo (en función de la cuota parte que aporta el país), sino que fue renegociado un par de meses después, y luego se sostuvo a pesar de que el gobierno argentino incumplió con casi todos los compromisos formales que había asumido para las revisiones periódicas. El economista sostuvo que fue el temor a un triunfo del peronismo lo que impulsó a Trump a tomar esa decisión, ya que suponía que una victoria populista podía ayudar fortalecer a la Venezuela de Maduro. El presidente norteamericano veía en Mauricio Macri una pieza clave en el tablero geopolítico regional, y no quería arriesgarse a perder un aliado. Claver pretende evitar responsabilidades diciendo que si la administración Macri no supo gestionar dinero no es asunto suyo.

Sin embargo hay dos cosas que omite. Por un lado, que el crédito no sólo fue histórico, sino también impagable, tanto por su monto como por las condiciones que imponía a la Argentina para su adjudicación. Por el otro, que gobernara quién gobernara (Macri, Alberto o Cristina), iba a quedar definitivamente condicionado por el nivel y el tipo de endeudamiento contraído. Es en estas circunstancias cuando cobra sentido algo que sostuvimos durante toda la administración de Cambiemos: los procesos de endeudamiento en Latinoamérica, no sólo han operado como un dispositivo que facilitó la fuga de divisas de las elites locales, sino que también se constituyó en un campo minado que heredan los gobiernos y sobre el cual tienen que gestionar. Queda claro, que las posibilidades de desarrollar un proyecto de desarrollo autónomo y autosostenible que permita achicar la brecha entre los que más y los que menos tienen, bajo esas circunstancias es virtualmente imposible.