Por Mario Luzuriaga
La actriz y también luchadora por los derechos de la mujeres Laura Azcurra llega a Rosario con un propuesta diferente. Ya se la vio en muchos papeles tanto en cine, televisión y teatro, pero lo que no se sabe es que Laura es fanática de las raíces españolas.
Interpretó grandes roles en programas como «RR.DT», «Campeones», «Soy Gitano» y muchos más, como así también en cine con películas como «Rockabilly» y «20.000 besos».
Este viernes llega a Plataforma Lavardén con «Salen del ruedo», junto a Mariana Astutti. Esta puesta pone a dos mujeres que logran romper con la concepción clásica del flamenco y construyen una versión con identidad propia de la danza andaluza.
Antes de su presentación la actriz habló con CLG sobre la obra, su carrera y su rol en el Colectivo de Actrices Argentinas.
—Llegás a Rosario pero esta vez para bailar.
—Es un canal nuevo de expresión que me animo a compartir. Toda mi pasión por la danza siempre estuvo desde hace muchos años. Hace 20 años que investigo al Flamenco y «Salir del ruedo»es una pieza de mucha deconstrucción y la he aprendido. Lo bailé mucho tiempo y dejó de representarme porque no sentía que lo bailaba como una chica de Sevilla. Al mismo tiempo sintiendo la vibra misma de España en la sangre, porque soy bisnieta de españoles y quería expresarlo de otra manera.
—Y lo lograste.
—Por suerte me encontré con Mariana Astutti, que es una tipa impresionante que viene del palo de artes combinadas. Tiene otro lenguaje escénico.
—Ya viviste el Flamenco en la tira «Soy Gitano».
—Mirá, ahí no pude explotarlo del todo, si bien pude hacer un baile, fue tan contundente lo que el personaje proponía y de estar híper impregnada de la cultura gitana. Fue hermoso para poder expresarlo y poder jugar a ser una gitana de esas. Yo venía ya explorándolo hacía 5 años antes.
—Obviamente salís de gira con «Salir del ruedo».
—La obra la estrenamos en 2016 y la hacemos desde entonces en un circuito independiente. Surge desde ese calor que tiene el teatro independiente y es danza, pero que tiene un lenguaje muy especial, con dos intérpretes que no dialogan, pero que a su vez se comunican y también tiene una teatralidad grotesca.
—Son dos mujeres muy empoderadas…
—Las dos intérpretes empiezan de una forma y terminan de otra, desde ya que está atravesada por los tiempos que corren y por la deconstrucción que estamos sintiendo todes; especialmente las mujeres en cómo nos vinculamos.