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Las viudas de los rosarinos asesinados en Nueva York recibieron una rara visita


A pocos meses del inicio del juicio, las mujeres fueron sorprendidas en su casa por representantes legales del acusado, quienes llegaron a Rosario provenientes de Estados Unidos. ¿Para qué?

A pocos meses del inicio del juicio, las mujeres fueron sorprendidas en su casa por representantes legales del acusado, quienes llegaron a Rosario provenientes de Estados Unidos. ¿Para qué?

Mientras se avanza en los plazos para el inicio del juicio por el asesinato de Hernán Mendoza, Diego Angelini, Alejandro Pagnucco, Ariel Erlij y Hernán Ferrucci, los cinco amigos rosarinos que murieron en el marco de un atentado ocurrido en Nueva York el 31 de octubre de 2017, las viudas de las víctimas recibieron una extraña visita en sus domicilios.

Según publicó este lunes Clarín, dos mujeres procedentes de Estados Unidos que se presentaron como empleadas de la Defensoría Oficial, el organismo que patrocina a Sayfullo Saipov, el hombre que atropelló “en nombre de Alá” al grupo de amigos, fueron quienes llegaron a Rosario y recorrieron los domicilios de las familias de las víctimas.

La recorrida ocurrió a mediados de enero y en la mayoría de las cosas tanto las viudas como los hijos de los cinco amigos estaban de vacaciones. Las visitantes terminaron dejando sus tarjetas a allegados.

 

“Es extraño. Sabemos que existe un sistema judicial y lo respetamos. Pero nos llamó la atención que dijeran que eran amigas o conocidas nuestras: no se explica la informalidad y solo nos permite pensar en algún tipo de estrategia para atenuar la pena del terrorista”, relató Ana Evans, viuda de Hernán Mendoza.

“Qué quienes representan al asesino de nuestros maridos tan lejos de casa de pronto nos toquen timbre y lo tengamos en la puerta es una sensación espantosa que es muy difícil de describir. ¿Qué buscan? ¿Qué más quieren de nosotros? Ya les arrebataron la vida de una manera cruel y cobarde. Ya causaron en nosotros el mayor dolor y sufrimiento”, manifestó Evans.

Las dos representantes de la Defensoría Oficial son Claudia Ahumada Degrati “forensic and clinical Physiology” y Mónica Giner “chief Investgiator- Office of the federal Public defender. Degrati puntualmente habló con Clarín y escuetamente explicó el por qué del viaje a Argentina.

“Nuestra visita fue estrictamente de enlace para ponernos a disposición de las familias. Representamos a la Defensoría Oficial pero no podemos comunicar nada oficialmente. Sólo puedo decir que este tipo de viajes son frecuentes y parte de nuestros procesos de trabajo”, indicó Degrati.

Los hechos

Rosario queda a 8.300 kilómetros de Manhattan en una hipotética línea recta. Diez amigos atravesaron esa distancia para celebrar su trigésimo aniversario de graduación: del Instituto Politécnico Superior de la ciudad santafesina a la metrópolis cosmopolita. El 31 de octubre de 2017 sus vidas se convirtieron en recuerdos. En Nueva York, la memoria se manifiesta en un santuario precario a la vera de una ciclovía. En Rosario, un mural en una esquina, un cartel, una placa recordatoria y cinco árboles rinden homenaje en el Parque de la Arenera a Hernán Diego Mendoza, Diego Enrique Angelini, Alejandro Damián Pagnucco, Ariel Erlij y Hernán Ferrucci.

Los mató, en nombre de Alá, Sayfullo Habibullaevic Saipov. Era un martes de sol y los rosarinos paseaban en bicicleta por las inmediaciones de la Zona Cero, el perímetro donde ocurrieron los atentados contra las Torres Gemelas. Saipov había nacido en Uzbekistán hacía 29 años. Desde 2010 vivía legalmente en Paterson, Nueva Jersey, con su pareja y sus tres hijos. Allí alquiló una camioneta en la tienda Home Depot, cruzó el Puente George Washington y se dirigió al sur de Manhattan por el West Side Highway. A la altura del muelle 40 del río Hudson, comenzó su plan. Se incorporó al Hudson River Greenway, una ciclovía que custodia la extensión de la avenida y mira de costado el canal de agua que penetra en Nueva York.

Condujo un kilómetro y medio sin miramientos. Atropelló peatones y ciclistas. Se detuvo cuando estrelló su camioneta contra un ómnibus escolar que transportaba estudiantes con necesidades especiales. Se bajó del vehículo con una pistola de paintball y un rifle de aire comprimido. Gritaba “Allah -u-àkbar” (traducción: “Alá es el más grande”) sin reconocer órdenes de la policía. Un disparo en el abdomen interrumpió su raid. Había matado a ocho personas –cinco argentinos, dos estadounidenses y una belga– y herido a otras doce. El National September 11 Memorial, el monumento conmemorativo a las víctimas del atentado del 11 de septiembre de 2001, fue testigo del ataque terrorista.