Por Leandro Rosati
Hace rato que los tarifazos llegaron a los clubes de barrio. Las entidades de menor envergadura son las que más sufren los altos precios en los servicios e intentar sostenerse es una misión cada vez más compleja.
Este es el caso de Caova, un club emblema de la zona sur de la ciudad. Las altas tarifas complican su presente y, a pesar de que su presidente, Miguel Dolce, le confió a CLG que el mismo no está cerca de quebrar, afirmó: “Nos sentimos usados… Nos toman de giles”.
“Primero que nada queremos dejar tranquila a la gente, porque el club no está en riesgo de quiebra. Pero es cierto que la situación no es la mejor. Se está distribuyendo la plata para un solo lado. A nosotros no nos está alcanzando para comprar remeras”, sostuvo Dolce.
“Tenemos que apagar los calefactores y el calefón para ahorrar y eso deteriora el funcionamiento del club”, esgrimió.
En ese orden, enfatizó: “Estamos retrocediendo en cuestiones básicas. Sufrimos aumentos de un promedio del 2000% en luz, gas y agua. Pero no sólo es lo que se gasta, sino también lo que deja de ingresar. Por ejemplo, el bufet vende mucho menos. El empleado administrativo de la cobranza nota muchas cuotas atrasadas. La cantidad de gente que se asocia también ha disminuido”.
Para graficar lo que egresa del club en concepto de tarifas, Dolce explicó: “Estamos pagando 14 mil pesos de gas, 38 mil de luz y 4 mil más de agua”.
“Nosotros tenemos un compromiso social muy grande, al igual que una iglesia. Hay otras instituciones que no pagan servicios, pero nosotros sí. Nuestra función es importantísima, ya que ayudamos a educar a mucha gente, pero a la vez somos privados”, manifestó.
“No está bien organizado el tema de los clubes de barrio. Nos sentimos usados y nos toman de giles, pero después hacen reuniones. Hay que recalcar que no estamos cerca de la quiebra o de cerrar las puertas, pero sí es verdad que todo se ha desorganizado”, finalizó.