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"Dinamita"

Pesca con explosivos en Libia, una lacra para el Mediterráneo


Por Rim TAHER . 

A los libios de Trípoli no se les pegan las sábanas, ni siquiera en fin de semana, pues los despiertan las explosiones de dinamita en el Mediterráneo, una práctica pesquera devastadora para los arrecifes y la fauna marina que se perpetua en medio de una impunidad total. 

Este tipo de pesca, más rentable pero mucho más dañina que las técnicas clásicas, está extendida en Libia desde hace tiempo y ganó aún más popularidad con la proliferación de las armas desde la caída del régimen de Muamar Gadafi, en 2011. 

En internet pueden encontrarse videos, publicados en las redes sociales por pescadores orgullosos y en absoluto preocupados por ser llevados ante la justicia, en los que se ven las enormes explosiones que levantan el agua varios metros y proyectan decenas de peces muertos a la superficie. «Oímos las explosiones […] pero nadie puede detenerlos», lamenta Banur Abu-Kahal, director del puerto pesquero de Castelverde, al este de Trípoli. 

 

«Hacen temblar las viejas ventanas de mi casa, cerca del mar, todos los viernes por la mañana. No me acostumbro a ese ruido y cuando mis nietos me visitan tengo que tranquilizarlos, diciéndoles que se trata de gente pescando y no de bombardeos de la OTAN», cuenta Mariam, de 64 años. 

– Escasa conciencia ecológica -. 

La «gelatina», como llaman en Libia a la materia explosiva, no deja nada a su paso, ni fauna ni flora. «Mata a los peces, los huevos, las larvas e incluso las plantas», explica Fathi Al Zaytuni, pescador y vendedor de pescado. 

La pesca con dinamita «reduce el número de peces» y «no es ni correcta ni sana» para el consumidor, pues la carne del pescado se «descuartiza», indica a su lado Mojtar, un pescadero del centro de Trípoli. 

En este extenso país mediterráneo, que cuenta con un litoral no explotado de unos 1.770 kilómetros, los ingresos de la pesca están muy lejos de los de la actividad petrolera, de la que depende casi exclusivamente la economía nacional. 

La protección del medio ambiente tampoco es una preocupación importante en la actualidad, aún menos la del medio marino, lamenta una bióloga marina libia que pidió el anonimato. 

Así, el uso de la dinamita o de los arrastreros que faenan en el fondo de los mares causan estragos sin que nadie se preocupe de ello, lamenta. 

Además de la degradación del fondo marino, la pesca con explosivos también causa decenas de muertos y heridos cada año, pero las autoridades -con las que la AFP intentó contactar en vano- no ofrecen ninguna estadística al respecto. 

Sólo algunos medios locales informan a veces de estos accidentes. En marzo de 2018, tres hombres de la misma familia murieron en Sirte (450 km al este de Trípoli) al desactivar unas bombas para sacarles los explosivos que querían utilizar para pescar. 

Cinco años antes, el jeque Sadek Al Ghariani, que se presenta como la mayor autoridad religiosa de Libia, subrayó en una fatua (un decreto religioso) que este procedimiento estaba «prohibido» por las normativas sobre pesca. «Si causa perjuicio al medio ambiente y al hombre, ya no hay que recurrir [a ella]», zanjó. Sin ningún resultado aparente. 

– Llamamiento a las autoridades -. 

«Nadie parece poder atajarla […] Las autoridades y los guardacostas tiene que hacer su trabajo» antes de que sea demasiado tarde, reclama Nuredin Suleiman, pescador de Trípoli. 

Además, el empeoramiento de la situación en materia de seguridad en Libia ha llevado a muchos trabajadores extranjeros, principalmente egipcios y tunecinos, a abandonar el país. Su labor en los arrastreros era muy apreciada en la industria de la pesca tradicional y ahora los propietarios de los barcos penan para encontrar tripulantes. 

«Pocos son los libios dispuestos a hacer ese tipo de trabajo, sobre todo entre los jóvenes», comenta Abdelrazag Al Bahri, pescador septuagenario que, pese a estar jubilado, no consigue alejarse del puerto de Trípoli. 

En esta noche estival sin luna, cuenta las barcas en las que se pesca siguiendo el método de cerco con luz para atrapar a las sardinas, en medio de la oscuridad. 

«Mientras que los valientes pescadores salgan en silencio por la noche para pescar respetando el oficio, habrá esperanza», afirma, mirando al horizonte.