Por Belén Corvalán, desde Buenos Aires
Cuando el sol comienza a esconderse y en época invernal el frío se vuelve más crudo, en la esquina de Juramento y Cabildo, la misma imagen se reproduce todos los días de la semana. A veces más, a veces menos, pero no hay día en que a las 20.30 no se forme una fila de personas en la puerta de la panadería Antigua Belgrano, a la espera de recibir algo para paliar el hambre.
Es que desde que este comercio se instaló en el barrio porteño de Belgrano todas las semanas se dedica a donar la mercadería que no vende a los más necesitados. «Es una cuestión humana, yo si me caigo en la calle y alguien me ayuda a levantarme voy a estar agradecido. La mejor palabra es sentido común«, dice Alberto Cons, dueño de la panadería, a CLG.
Según cuenta el comerciante, la iniciativa se lleva adelante desde hace nueve años y medio. «Mi papá, quien hace más de cuarenta años que está en el rubro, fue la cabeza de todo. Él ya lo hacía en otra panadería, y acá lo empezamos a hacer también”, remarca Alberto, quien agrega que en el barrio durante todo el día “hay mucha gente pidiendo«.
La idea de donar la mercadería que no se vende durante el día es una modalidad adquirida cada vez con mayor frecuencia por los locales comerciales gastronómicos. Según cifras difundidas el año pasado por el Ministerio de Agroindustria, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), anualmente en Argentina supermercados, restaurantes, cadenas de comida rápida e incluso los hogares tiran a la basura 16 millones de toneladas de alimentos en buen estado.
En tanto, a escala mundial, la FAO estima que un tercio de los alimentos producidos se desperdician y que un 10% de dicho desperdicio tiene lugar en América Latina. Cifras numéricas que resultan difíciles de asimilar en comparación con un país que presenta un índice de pobreza que ronda el 30%.
Por ello, con la premisa de sumar su granito de arena ante esta problemática, la panadería Antigua Belgrano todas las noches desarrolla la misma dinámica. Alrededor de las 20.30 en la puerta del local comienza a gestarse una fila de personas que esperan la distribución de facturas, pan, o sándwiches que se reparten. Primero colaboran a sacar los residuos y luego se les brinda en compensación lo que no se vendió del día, que es una bolsa de aproximadamente 15 kilos. La mayoría de las veces uno de los que asiste es quien se encarga de distribuir los alimentos entre los presentes.
Sin embargo, la solidaridad y buena voluntad con la que nació la acción, no siempre obtiene un resultado armonioso del otro lado. Es que más de una vez, en la puerta del local se generaron distintos conflictos entre los que esperan en la fila, situación que ha llevado a que los vecinos de la zona se quejen por los disturbios, y hasta en una ocasión hayan tenido que llamar a la policía. “Hay gente con hambre, y gente piola. Hay de todo en la cola”, dice Alberto.