Por la Dra Paula Marcotegui, médica especialista en obesidad (MN 103495) y miembro de Bionut Obesidad. @bionut_obesidad
El 4 de marzo se celebra en todo el Día Mundial contra la Obesidad. En esta fecha lo que se busca es que las personas tomen conciencia sobre el terrible daño que genera esta enfermedad crónica multicausal que altera el equilibrio metabólico, inmuno y psicosocial.
El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. El índice de masa corporal (IMC) es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos.
Si bien se acepta que la causa de la obesidad es un desequilibrio energético entre las calorías que se consumen y las calorías que se gastan a través del ejercicio y de las actividades de la vida cotidiana, debemos tener presente que la obesidad es una enfermedad crónica multifactorial. Estudios epidemiológicos han detectado, en la población, una serie de factores asociados con la obesidad como: edad, sexo, raza, alimentación poco saludable, sedentarismo, factores socioculturales, ambientales genéricos y farmacológicos.
Al envejecer aparecen cambios hormonales y un estilo de vida más sedentario. Hay una tendencia a comer alimentos ricos en grasa, sal y azúcares, se consumen demasiadas calorías, se abusa de las comidas rápidas y de las bebidas con alto contenido calórico, esto contribuiría a tener una alimentación poco saludable.
La automatización de las actividades laborales, los medios de transporte y la mayor vida urbana influyen en la disminución de la práctica de ejercicio físico favoreciendo la instalación del sedentarismo.
A su vez, las personas con sobrepeso y obesidad a menudo manifiestan dificultad para dormir. La obesidad se relaciona con la apnea del sueño, que es la causa de la somnolencia diurna y del sueño poco reparador. En muchas ocasiones refieren dolor en las articulaciones, sudoración excesiva, intolerancia al calor, infecciones en pliegues cutáneos, fatiga, depresión y falta de aire (disnea).
Recordemos que la alimentación debe ser equilibrada y variada para controlar las calorías según el grado de obesidad, la presencia de otras enfermedades, la edad, el nivel de actividad física y las preferencias de cada persona. Se deberá disminuir el aporte de calorías con estrategias concretas, promover la elección de alimentos más saludables como verduras, hortalizas, frutas, cereales integrales, legumbres, aceite de oliva, frutos secos y pescados.
La actividad física deberá estar contemplada según las posibilidades de cada persona y practicada de forma regular. Contribuir de manera favorable a controlar el peso, a mejorar los factores de riesgo asociados e influir de manera positiva en la sensación de bienestar. Para esto podemos programar el ejercicio físico semanal como caminar a paso rápido, ir en bicicleta, nadar, hacer actividades acuáticas o bailar e ir aumentando la duración e intensidad de manera progresiva como así también disminuir el sedentarismo usando más las escaleras, estacionar más lejos del lugar de destino u ocuparse de las tareas domésticas.
En cuanto al tratamiento de la obesidad debe ser integral y multidisciplinario para alcanzar y mantener un peso saludable. Pérdidas de peso de al menos un 5-10% en un período de 6 meses mejora y controla la aparición de otras enfermedades (comorbilidades) asociadas con la obesidad.