Análisis

La nueva campaña del miedo


Por Diego Añaños

Durante la campaña presidencial de 2015, se acusó al kirchnerismo de instalar una campaña del miedo. Según los opositores, la estrategia del gobierno apuntaba a demonizar a los adversarios para atemorizar a la población. Incluso en el debate presidencial, Mauricio Macri trató de desautorizar a Scioli con su famosa frase: “En qué te han convertido, Daniel, parecés un panelista de 678”. Con el paso del tiempo, se comprobó que todas y cada una de las advertencias del candidato oficialista estaban bien sustentadas. Finalmente Mauricio Macri volvió al FMI, endeudó al país, destruyó el tejido productivo, privilegió la valorización financiera del capital por sobre la valorización productiva, a la vez que aumentó la pobreza y el desempleo.

La oposición política y mediática apela constantemente a aquella estrategia tan criticada, incluso con versiones mucho menos sofisticadas y vulgares. Desde Susana Giménez confesando públicamente sus temores a convertirse en Venezuela, pasando por el miedo a la persecución de Luis Majul, o los delirios persecutorios de Fernando Iglesias. Alfredo Casero, recientemente, llegó a decir que la gente lo para por la calle y le confiesa su miedo a tener que regalarle su departamento a Grabois. Nadie debería asombrarse. El dispositivo del miedo ha sido utilizados desde tiempos inmemoriales para someter las voluntades de los ciudadanos o para legitimar órdenes sociales injustos. Recordemos, por ejemplo, que el temor a rebelarse contra el Plan Divino para la eternidad, evitaba que los siervos feudales se levantaran contra sus señores.

En un artículo publicado esta semana en Página 12, Alfredo Zaiat se dedicó a reunir algunas de las falacias más difundidas por la oposición durante los 100 días de la pandemia, regalándonos una interesante síntesis de las amenazas a las que, según los medios, se enfrentaría la Argentina como consecuencia de las decisiones de la gestión Fernández. Puede leerse el artículo en el diario, pero aquí va una enumeración de las profecías sobre las que se monta la nueva campaña del miedo:

1. La emisión monetaria provocará inflación

2. En el segundo semestre habrá una aceleración inflacionaria con rumbo a la hiper

3. Como no hay plan económico y por miedo a que en la cuarentena se imponga un corralito los ahorristas no renovarán los plazos fijos en pesos

4. Las cotizaciones del dólar Blue y la Bolsa seguirán subiendo con un mercado cambiario descontrolado

5. Las acciones y títulos públicos no se recuperarán del derrumbe

6. Guzmán es un intelectual, pasante, inexperto y no entiende cómo funcionan los mercados para poder negociar con los acreedores

7. La cuarentena es la más larga del mundo y está destruyendo la economía

Tal vez algunos dirán que es demasiado temprano para concluir que las predicciones catastróficas de la oposición político-mediática estaban equivocadas. Sin embargo ya hay bastantes indicios de que lo estaban. Ya hemos abundado en la cuestión de los óptimos. Parece quedar claro que en estas circunstancias no hay decisiones deseables, sino que hay decisiones que minimizan el impacto devastador de los daños colaterales.

El escenario de mediano plazo parece ser el de un mundo mucho más complejo en términos económicos, comerciales y financieros. A menos que la profundidad de la crisis empuje a las grandes potencias a un rediseño de la arquitectura global mucho más cooperativa, hay que prepararse para un mundo que, más allá de la apertura turística, será económicamente mucho más hostil. En ese contexto no quedan muchas más opciones que retomar una estrategia de fortalecimiento del mercado interno, más por cuestiones prácticas que por cuestiones ideológicas.