CLG dialogó con el médico y científico español Ceferino Maestú, especialista en electromagnetismo, sobre el desarrollo del 5G: "No sabemos nada, no hay estudios suficientes que permitan saber si es seguro"
Por Santiago Ceron
Hace tiempo que el desarrollo del 5G está en boca de todos. Esta nueva tecnología de telefonía móvil trae consigo avances gigantescos en términos de velocidad de conexión, reducción al mínimo de la latencia y un número de dispositivos conectados sin precedentes. Básicamente, la población estará conectada a todo, constantemente y en el menor tiempo posible. Desde España, el médico y científico Ceferino Maestú atendió a CLG para hablar sobre esta cuestión.
La nueva velocidad de transmisión de datos y la capacidad de conectar un enorme número de dispositivos simultáneamente cambiarán por completo la manera de comunicarnos. A partir de esta tecnología, objetos de nuestra vida diaria como la heladera o el auto podrán conectarse en tiempo real, con nosotros y entre sí. Según los especialistas, el 5G permitirá, por ejemplo, un notable mayor uso de los vehículos autónomos.
La sigla 5G se refiere a la quinta generación de redes móviles. El 1G trajo las llamadas celulares y el 2G introdujo los SMS o mensajes de texto. El salto al 3G fue más importante, ya que habilitó la conexión a Internet, lo que cambió el uso que le damos al celular. Luego llegó el 4G, que trajo consigo la banda ancha, lo que permitió la reproducción de vídeos en tiempo real (streaming) o la realidad aumentada.
Ahora, el 5G implica un incremento muy grande en la velocidad de navegación: hasta 10 gigabytes por segundo. Esto permitiría, por ejemplo, descargar una serie entera en cuestión de segundos. Además, la latencia (el tiempo de respuesta de la red) podría reducirse a 5 milisegundos, un período casi imperceptible para los humanos: permitirá una conexión prácticamente en tiempo real.
Pero, ¿es seguro?
A la par del entusiasmo, el desarrollo de esta nueva tecnología también ha despertado mucha preocupación en la comunidad científica. Muchos científicos e investigadores se han unido en un mismo pedido, que es el de postergar por unos años la implementación del 5G, denunciando una gran falta de estudios y conocimiento sobre los efectos que puede tener en el cuerpo humano.
Uno de estos científicos es el español Ceferino Maestú, doctor en Medicina y director general del Laboratorio de Bioelectromagnetismo del Centro de Tecnología Biomédica de la Universidad Politécnica de Madrid. Maestú lleva más de 20 años estudiando las ondas electromagnéticas y hoy es uno de los principales impulsores de una «moratoria» en el desarrollo del 5G.
CLG pudo dialogar con el investigador español, quien explicó en detalle en qué consiste esta nueva tecnología y expresó una gran preocupación por los pocos estudios que se han realizado al respecto. Maestú comezó explicando los cambios que trae el 5G y la masiva infraestructura que necesita: «Del 4G al 5G lo que cambia básicamente es el ancho de banda, se va a multiplicar por 5 o por 6. Además, va a cambiar la velocidad de transmisión, ya que al aumentar el ancho de banda disminuye el tiempo de latencia».
Red de antenas y satélites
Como se dijo previamente, el tercer cambio entre el 4G y el 5G es la cantidad de dispositivos conectados: «Se calcula que para el año 2022 habrá entre 2 y 3 billones de elementos interconectados en el mundo. Eso hace que esa cantidad nueva de dispositivos necesitan ocupar una parte del espectro mucho mayor, por lo que las frecuencias actuales ya no son suficientes, tienen que invadir nuevas frecuencias que actualmente se utilizan en radares o en bases militares«.
Entonces, para poder garantizar que en esa gigantesca red de dispositivos conectados no se pierda la alta velocidad, se requiere una infraestructura masiva: «Por ejemplo, para conseguir que un vehículo privado vaya sin conductor no pueden haber fallas, tiene que haber una red muy densa de comunicaciones que nunca pierda la señal«. Es por eso que para el 5G el modelo de antenas que conocemos quedó obsoleto: «Hasta ahora las antenas son de cobertura, pero van a desaparecer y van a dar paso a las antenas Mimo (Multiple Input, Multiple Output), que pueden sostener a miles y miles de sistemas conectados simultáneamente».
«Estas antenas dejan de ser de cobertura y pasan a ser de seguimiento. Las Mimo van a hacer desaparecer los árboles de antenas que tenemos sobre las casas«, agregó. ¿Cómo? Maestú lo responde: «Son antenas de 10 o 15 centímetros y tienen que estar a 100 metros una de la otra para poder tener esa red densa». Es decir, se pasa de tener grandes antenas metálicas separadas por una distancia importante; a tener una antena de 10 centímetros cada una cuadra.
Sin embargo, no todo pasa por el suelo: «Una parte importante de esta red de comunicaciones se va a garantizar a través de repetidores en el espacio. Se estima que se lanzarán hasta 20.000 satélites para no perder comunicaciones entre continentes o dentro de un mismo país».
Falta de estudios
Entonces, Maestú explica que este nuevo sistema cambia por completo el paradigma de las medidas de seguridad y protección a la salud que actualmente rigen en el mundo con respecto a la tecnología inalámbrica y las ondas electromagnéticas: «Los estudios que se han hecho con las antenas actuales ya no sirven, el mundo científico ya no puede responder a estas nuevas condiciones. No tenemos estudios que expliquen qué sucede con estas nuevas condiciones«.
«Este nuevo sistema ha cambiado todo, lo que estamos hablando no tiene nada que ver con lo que había antes, el salto del 4G al 5G es totalmente diferente al del 1G, 2G y 3G. No se puede aplicar la norma que se había establecido previamente, hay que aplicar nuevas normas«, expresó.
Es por eso que una parte de la comunidad científica ha solicitado que se postergue la implementación de esta tecnología: «Hemos pedido la moratoria porque no sabemos nada, realmente no hay investigación suficiente. La OMS dice que de lo único que hay que protegerse es del efecto térmico de las ondas electromagnéticas, pero hay una parte importante de la comunidad científica que dice que hay que hacer estudios serios».
«Los estudios de los que todos hablan, que dicen que no hay relación directa con el cáncer o con enfermedades degenerativas, parten de un problema metodológico muy importante que es que son realizados sobre sistemas indirectos. Estos estudios de laboratorio exponen a algo a una determinada frecuencia, pero el mundo real no es así, estamos expuestos simultáneamente a un montón de radiaciones de forma colaborativa. Es muy complicado saber cómo influye esa colaboración en el sistema biológico«, aseveró.
El investigador español insistió en el poco conocimiento que hay sobre el tema, incluso con la tecnología previa al 5G: «No hay estudios epidemiológicos que nos permitan decir que los sistemas con los que hoy estamos trabajando sean seguros. A nivel celular y de sistema biológico conocemos aún menos. En ese sentido se han realizado más de 10.000 estudios sobre efectos biológicos, los cuáles dicen que no sabemos mucho de cómo esto actúa en la genética, en las proteínas, no sabemos cómo trabajan las distintas frecuencias en la alteración de ritmos celulares normales, no sabemos la relación que hay con el desarrollo del cáncer, no sabemos si están acelerando las enfermedades neurodegenerativas como el alzheimer o el parkinson».
En ese sentido, se refirió a una investigación del Programa Nacional de Toxicología de Estados Unidos: «Se hizo un estudio con casi 3.000 ratas, el cual concluyó que claramente hay una vinculación entre el desarrollo tumoral y la exposición a campos electromagnéticos, y fue un estudio financiado por la administración pública. Estos estudios han llevado a que algunos organismos, como la Asociación Contra el Cáncer de la OMS, considere a los campos electromagnéticos como potencialmente cancerígenos, pero hasta ahí llegamos. No hemos entrado en detalle«.
Maestú señaló que todavía no han recibido una respuesta a la solicitud de moratoria, pero eso no quiere decir que no hayan logrado un efecto: «Algunos países han tomado ciertas medidas, como Suiza, que ha decidido no instalar el 5G; lo mismo en Bruselas y en 256 ciudades de Italia, entre ellas Turín y Bologna«.
La población entera, ¿un conejillo de Indias?
Es innegable que el cambio que trae el 5G es masivo, con una red de millones de antenas y miles de satélites, y básicamente toda la población estará expuesta a sus efectos, ya sean dañinos o no. Es por eso que la falta de estudios que denuncia Maestú es lo que más preocupación trae en la comunidad científica.
«Lo que se está realizando es un experimento y nunca hubo uno tan masivo como este, abarca a toda la población del mundo. Es un experimento porque no conocemos las consecuencias. Toda la población del mundo se ha convertido en un conejillo de Indias. Puede ser que no suceda nada, pero puede que sí», manifestó el español. Y añadió: «Las compañías dicen que no hay nada probado sobre los efectos de las ondas en el cuerpo humano porque es verdad, no lo sabemos«.
«Lo lógico es que se ponga un tiempo de espera. Sabemos que la industria no puede esperar y que hay una carrera a ver quién se queda con el asunto, pero los humanos no tenemos capacidad de decisión. Yo no puedo decidir que una onda electromagnética no entre en mi casa, las paredes son permeables», aseveró.
En ese sentido, ratificó la necesidad de una postergación del 5G: «Hagamos un poco de política precautoria y pongamos en marcha mecanismos que nos permitan proteger a la población en el mediano plazo. No podemos darnos cuenta de las consecuencias cuando ya hayan sucedido. Tenemos la capacidad de prevenir si investigamos, y no lo estamos haciendo«.