Por Santiago Ceron
«El que no sabe, nada teme». Así describió la labor de un submarinista un ex tripulante del ARA San Juan. Al cumplirse un año de la desaparición del submarino argentino, CLG dialogó con Miguel Dure, un marplatense ex combatiente de Malvinas quien sirvió en la nave que hasta el día de hoy sigue siendo buscada.
Este jueves 15 de noviembre se cumplen 365 días de la desaparición del submarino de la Armada Argentina, el ARA San Juan. Si bien la hipótesis más aceptada es que hubo un incendio dentro de la nave, pasó un año y todavía no se conocen precisiones de lo que pasó. Son muchos los familiares que hasta hoy no saben qué sucedió con sus padres, hijos, esposos o hermanos, y que siguen esperando algo que les de un cierre para poder seguir su duelo en paz.
Miguel Dure es un submarinista que fue miembro de la Armada Argentina, quien participó de la Guerra de Malvinas. Dure tuvo una larga trayectoria como submarinista: llegó a ser Suboficial Mayor, tripuló el submarino ARA Salta y también el ARA San Juan en los años 90. Sobre sus experiencias a bordo de este último, Miguel contó: «Embarqué en diciembre del 90, después de haber hecho un curso aplicativo a Cabo Principal, que implica más de 10 años en la fuerza. Estuve hasta fines del 94, fue una gran experiencia».
Haciendo un resumen de sus misiones a bordo del San Juan, detalló: «En el año 92 viajamos a base naval estadounidense Roosevelt Roads, en Puerto Rico. Allí operamos con la Armada norteamericana. En el año 94 también tuve la suerte de ir a Estados Unidos a realizar un ejercicio que hacen todos los años en la base de Norfolk para adiestrar a la flota que va a ir en relevo a la que está en el Mediterráneo, tuvimos una muy buena performance».
Tras la desaparición del ARA San Juan, se comenzó a hablar de falta de mantenimiento y recortes en el presupuesto en la flota. Muchos opinaron que no había repuestos y que los submarinos no estaban en plenas condiciones. «En los años en los que yo tripulé el San Juan todavía se cumplía a rajatabla el mantenimiento preventivo, lamentablemente ahora es correctivo. Los repuestos son caros y se dejaron de comprar», aseguró Dure.
¿Qué pasó?
Al respecto de lo que pasó con el submarino argentino, Dure opinó: «Hay varias hipótesis de lo que pasó. Para mí fue una cadena de hechos desafortunados y los agarró un poco con la guardia baja. Lo primero que se dijo fue que hubo una explosión. Si pasó esto, fue porque el hidrógeno subió a niveles alarmantes y no lo pudieron controlar. Creo que hubo un incendio cuando estaban en la superficie, tuvieron que sumergirse por un temporal y el incendio empeoró cuando estaban abajo, donde todo se complicó más. Insisto, es mi teoría».
«Se hablaron muchísimas tonterías. Mucha gente no entiende lo que es el mar, varios piensan que caerse al mar es caerse a una pileta, y no es así, es impredecible»
En sus últimos años en la Fuerza, Dure participó de la formación de nuevos submarinistas y contó que los preparaba para lo que se les venía: «En los últimos tiempos, ya como Suboficial Mayor, a los alumnos los ponía al tanto de a dónde iban. Si bien hasta el día de hoy sostengo que son naves seguras, les avisaba que iban a embarcar en un buque que no está al 100%». Sobre la nueva generación de integrantes de la Armada, opinó: «Lamentablemente, hoy por hoy los chicos entran por una salida laboral, no tienen en ese sentido de patriotismo que teníamos nosotros, no están convencidos».
Los familiares
La desaparición del ARA San Juan impactó de lleno en la sociedad, en primer lugar por el estupor que generó el caso, y en segundo por el dolor de los familiares. Son 44 las familias que hasta hoy no saben con exactitud qué fue lo que pasó con los tripulantes. Su dolor se transformó en una lucha que hasta el día de hoy sigue en pie, con reclamos contra el gobierno y la Armada, manifestaciones frente al Congreso e incluso reuniones con el presidente Mauricio Macri.
Al respecto, Dure opinó: «Ser submarinista es una profesión de riesgo, el hecho de meterte en un barco o submarino y salir a navegar es riesgoso. Te puede agarrar un temporal, un mar de fondo, una mala maniobra, se da vuelta el barco y se da el naufragio. Hay gente que se salva y gente que no. Hace 30 años que estoy con mi señora y desde el principio le expliqué en qué constaba mi profesión y los riesgos que traía». Y agregó: «No son todos los familiares los que están protestando, son 10 o 12 familias solamente. Es duro lo que digo, pero no lo van a encontrar. El submarino fue diseñado para no ser detectado».
El submarinista
Trabajar en un submarino no es para cualquiera, y Dure lo deja en claro: «El submarinista tiene que tener un carácter especial, cuando uno hace el curso pasa por una serie de tests psicológicos, psicotécnicos, hay que tener entrevistas con psicólogos, y ahí se determina si uno está en condiciones de ser submarinista o no». Y añadió: «El submarinista es muy profesional, desde la escuela te meten el chip de que tenés que ser muy responsable. En el submarino no hay lugar para la duda».
Quienes sirven en un submarino pasan hasta meses confinados dentro de un mismo lugar, bajo metros y metros de agua, sin ver la luz del día. No es de extrañar que el vínculo que se genera entre submarinistas sea especial: «Se produce lo que se llama el estrechamiento de filas, es decir, al estar confinados en un caño se da otro tipo de vínculo. Si bien las jerarquías siguen existiendo, la relación es otra. Siendo cabo quizás lo rozo al comandante, lo saludo todos los días, es algo que en un buque de superficie no sucede. En un buque de superficie quizás el tripulante nunca conoce al comandante, porque duerme en su propia cámara, come solo».
Además, explicó: «En un submarino todos comemos la misma comida, en un buque de superficie los oficiales comen distinto. En el submarino, lamentablemente, todos tenemos el mismo olor: una mezcla de gasoil, aceite hidráulico, comida y, lo voy a decir, a mierda, de cuando se ventean los tanques sanitarios. Cuando volvés a tu casa toda tu familia se da cuenta. Son cosas muy nuestras».
No sólo se genera camaradería durante el servicio, sino que Dure cuenta que perdura en el tiempo: «Tenemos la Asociación de Suboficiales Submarinistas, con la que nos juntamos todos los primeros sábados de cada mes, eso te indica el gran sentido de pertenencia que hay. Perdura la amistad, cosas que con otra gente de la Armada no es tan así».
Por otra parte, se refirió a su participación en la Guerra de Malvinas: «Estaba haciendo el curso de submarinista, todavía no lo había terminado y un día nos subieron arriba de un colectivo y nos mandaron. A mi me ubicaron en un destructor. Después de la guerra volví, nos dieron un mes de licencia, y seguí con el curso».
Tras su retiro, Miguel no abandonó el mar y contó que sigue activo: «Hasta el día de hoy sigo navegando, salgo como jefe de máquina de un buque pesquero. Uno sale a navegar con mucho orgullo, pero no siempre es consciente del peligro, ‘el que no sabe nada teme’».
Por último, hizo una reflexión sobre los cambios que pudo haber traído la tragedia del ARA San Juan: «Quizás para esta nueva generación de oficiales haya un quiebre, eso espero».