Opinión

La hiperconectividad que convierte a niños, niñas y adolescentes en hipervulnerables


Por Hernán Navarro, abogado, director de la ONG Grooming Argentina.

Desde la propia concepción del término, el «distanciamiento social obligatorio» refiere al distanciamiento físico, pero excluye tácitamente al ámbito digital. La cuarentena obligatoria ha sido, hasta hoy, una tormenta perfecta para el aumento de distintos delitos cometidos en el ecosistema de Internet, en particular el grooming, y el incremento exponencial en el mundo, del tráfico del material de abuso sexual contra las infancias (mal llamada pornografía infantil).

Con el transcurrir de los días, observamos como se ha gestado una epifanía en las conductas relacionadas al manejo de los dispositivos móviles y a su convivencia en los entornos digitales por parte de estos niños, niñas y adolescentes, que nos conducen al fenómeno de la «hiperconectividad», el cual debemos interpretar en términos sociales, dado que aumenta significativamente el grado de vulnerabilidad en las infancias.

En este contexto y a raíz de este acontecimiento, vemos como se ha generado un caldo de cultivo para aquellos delincuentes sexuales que, día tras día, pretenden vulnerar la integridad sexual de niños, niñas y adolescentes en el mundo digital.

Al verse exacerbados los períodos de conectividad, es sumamente oportuno hablar de un quiebre que nos permita reconocer y, a su vez, generar una nueva instancia de construcción de ciudadanía digital. Un proceso que promueva una efectiva convivencia digital, en el que se planteen pautas y se generen consensos familiares, profundizando en medidas de resguardo y seguridad, tal vez, con más rigurosidad que antes.

En este corto tiempo, ha renacido en los adultos la oportunidad de acortar la brecha y la distancia con lo digital, de acercarse a la tecnología desde la incorporación de nuevas habilidades, adquiriendo destrezas que puedan ser conducentes a una armonización de las miradas, encontrando verdaderos puntos focales que nos permitan priorizar la agenda digital, alterando el statu quo. Pensar lo público y lo privado, hoy desde una visión binaria, es una utopía.

Con relación a estos delitos tan aberrantes, de los más perversos en la humanidad, es urgente que como sociedad reaccionemos y comencemos a mirar aquello que no queremos mirar, que es realmente difícil de mirar.

En este sentido, el desafío post-pandemia debe venir acompañado de una fuerte impronta que busque un verdadero cambio de fondo y no de forma en materia digital, que nos permita saldar las deudas que tenemos con las infancias.