Por Natalia Motyl
Es totalmente desconcertante que la Argentina, con una riqueza en recursos humanos y naturales que son la envidia del mundo, se encuentre entre las naciones más pobres disputando el ranking con países en guerra.
Winston Churchill aseguraba que se necesitaban más estadistas que pensaran en las futuras generaciones, y no políticos que lo hicieran en las próximas elecciones.
Totalmente cierto. En la Argentina los políticos hace lustros que sólo piensan en llegar a las siguientes elecciones, en la campaña, pero jamás en construir con un país en el que los jóvenes quieran quedarse porque se les brindan oportunidades.
Todo lo contrario, llevan adelante políticas que terminan oscureciendo completamente las perspectivas para adelante.
Lo podemos ver en datos: se publicaron desde el INDEC los números de actividad económica de mayo y volvimos a caer en términos mensuales en un 2% por segundo mes consecutivo.
La principal causa se atribuye a las restricciones llevadas adelante por el oficialismo ante el avance de la segunda ola.
Sin embargo, volvimos a los mismos niveles de septiembre y octubre del 2020, un 4% por debajo de febrero de 2020, y 10% por de 2013.
Más allá de la crisis por la pandemia, desde el 2011 el sector privado ya no crea puestos de trabajo, y cada vez son más las empresas que deciden dejar el país.
Esto responde a la pauperización paulatina de las condiciones macroeconómicas que afectan las decisiones de las personas a diario. Lamentablemente las malas decisiones tomadas por los políticos de turno durante las últimas décadas no hicieron más que afectar todos los entramados socioeconómicos del país.
Hoy un hogar tipo necesita $66.488 por mes para no encontrarse por debajo de la línea de pobreza, mientras el promedio salarial es de $40.000 para servicios considerados esenciales como médicos, policías o maestros.
Planes sociales
El delirio se incrementa cuando nos ponemos a analizar cuánto gana una familia que vive de planes sociales: más de $90.000 por mes.
Una persona que trabaja día a noche, exponiendo su cuerpo y sus fuerzas, gana la mitad que una persona que depende íntegramente de un cheque estatal.
Obviamente, lo que necesitamos no son más planes sociales sino más trabajo, que no se está gestando porque la mitad del año trabajamos para mantener a los que viven del Estado.
La pregunta sería como generar más puestos de trabajo y la respuesta es simple: atrayendo capitales.
Si un país como el nuestro desea converger al desarrollo de las naciones más ricas del mundo, es necesario que atraiga ese excedente de capital que pulula en el resto del planeta.
El capital se ahorra durante mucho tiempo, y si no lo hiciste, hay que conseguirlo de aquellos que sí lo hicieron.
Sin embargo, para atraer uno tiene que volverse atractivo, y eso se logra con reformas estructurales.
Actualmente la Argentina no es atractiva para la llegada de inversiones.
La inversión extranjera directa es del 1,1% con relación al Producto Bruto, cuatro veces más baja que en el Uruguay (4,7%), tres veces menor que en Chile (3,3%) y por debajo de Brasil (1,7%) y Ecuador (1,1%).
En un año redujeron la inversión extranjera directa en 0,4 puntos porcentuales desde el último gobierno de Mauricio Macri.
Es lamentable el nivel de corrosión que ha tenido nuestro país en poco tiempo en materia de capitales.
Los factores internos que explican la salida de capitales son la falta de estabilidad jurídica; alta inflación; crisis de confianza; inexistencia de una visión económica de largo plazo y los impuestos y regulaciones exorbitantes.
Lo fundamental es entender que es urgente una rebaja impositiva, ya que los impuestos son los más altos del mundo.
La Argentina es uno de los países de la región que más impuestos le cobra a sus empresas.
Las empresas argentinas pagan en impuestos un 106% por sobre sus ganancias.
Es decir, de cada $100 que gana un empresario, $106 le debe pagar al Estado.
Además, somos uno de los cinco países del mundo con la inflación más alta, cuando la misma ha sido prácticamente erradicada en todo el mundo.
Los empresarios no pueden llevar adelante un simple cálculo para realizar sus actividades si la inflación es galopante.
Corrupción
Por otro lado, en 2020 hemos retrocedido en materia de corrupción.
Según el Índice de Percepción de Corrupción, elaborado por la Organización de Transparencia Internacional, la Argentina retrocedió 12 lugares en esta variable clave.
Sin solidez jurídica es imposible proyectar un panorama más favorable para los capitales.
Nos encontramos en un año electoral. Ya es hora de que comencemos a discutir reformas profundas que necesita nuestro país de forma madura e inteligente.
Actitudes infantiles, sin políticas de largo plazo como nos acostumbran los gobiernos, sólo retrasan y corroen más el entramado socioeconómico.
Nuestros políticos deberían aprender de las enseñanzas que nos dejó Churchill y comenzar a pensar en un modelo de país que desarrolle todas sus potencialidades.
Para ello es imprescindible hacer lo que se requiere: llevar adelante reformas estructurales. Y eso implica relegar parte del poder que tiene el Estado.
(*) – Natalia Motyl es economista de la Fundación Libertad y Progreso.