Por Paola Harwicz. Médica especialista en cardiología y nutrición. Participante del Congreso ECO Obesity 2021 e integrante de la mesa de trabajo Argentina
No existen las personas obesas. Existen las personas con obesidad. Parece solo un detalle, pero no lo es. Es necesario entender que la obesidad es una enfermedad crónica, progresiva y recidivante que impacta en el individuo y en la sociedad, y es la puerta de entrada a otras enfermedades, como lo define la EASO (European Association for the study of obesity) y el camino que deben recorrer los pacientes para tratarla es muy largo y debemos ayudarlos a que lo transiten de la forma más saludable y menos estigmatizante posible.
La obesidad es una enfermedad con multicausalidad, en la que intervienen el ambiente, el entorno, el estilo alimentario, la genética, la biología, entre muchos otros aspectos. Aquellos a los que este tema les resulta ajeno, tienen que entender que estamos hablando de personas que con seguridad han tratado en más de una oportunidad bajar de peso, y que la obesidad no es culpa de quien la padece y no es un problema de falta de voluntad
Es importante visibilizar el bullying y todos los síntomas asociados con la depresión y la ansiedad que presentan las personas con obesidad. La obesidad se asocia a otras enfermedades como la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2, alteraciones en el metabolismo de las grasas con aumento de los valores de triglicéridos, apnea del sueño, hígado graso, alteraciones mecánicas, etc. Por este motivo, es muy importante la derivación y el trabajo en equipo: clínica, cardiología, ginecología, endocrinología y psiquiátrica, además del especialista en nutrición que se dedica a la obesidad. Es fundamental el abordaje acertado con el paciente, generar empatía y trabajar con la motivación para modificar hábitos, promover la actividad física, y fundamentalmente en la oportuna indicación de un tratamiento farmacológico o bien, en cierto grupo de pacientes, el abordaje quirúrgico.
Distintos estudios han revelado que la obesidad reduce la expectativa de vida siendo la principal causa de mortalidad, la enfermedad cardiovascular. Asimismo, los pacientes con obesidad presentan frecuentemente hígado graso que, en un porcentaje puede progresar a la cirrosis. Asimismo, en la actualidad se nombra a la obesidad y la diabetes tipo 2 como la epidemia melliza, dado que la obesidad está presente en el 80% de las personas con diabetes. Finalmente, se asocia a un mayor riesgo de cáncer (el 4% de los casos está relacionado con la obesidad), colorrectal, endometrio, útero y mama, especialmente en las mujeres post menopáusicas. Es evidente que la intervención para prevenir la obesidad es fundamental.
Debemos concientizar a la población y trabajar con la educación alimentaria, la promoción de un estilo de vida saludable, evitando el sedentarismo. Además es muy importante, prevenir la ganancia de peso en distintas etapas de la vida: niñez, pubertad, embarazo, adultez, menopausia, etc, y empezar a tratar esta enfermedad en una etapa de pre-obesidad, tal como fue presentado en el Congreso de ECO 2021
El abordaje debe adecuarse a los intereses y posibilidades de cada persona, con una mirada a largo plazo. Las dietas, por lo general, empiezan y terminan, son cortoplacistas y frecuentemente cae la motivación, y se produce la reganancia posterior del peso, que resulta frustrante. Sabemos que el 80% de los pacientes con obesidad han tenido más de un intento para bajar de peso y en promedio, tienen más de 4 intentos… La estrategia es definir la terapéutica ajustada a cada paciente para lograr el éxito a largo plazo y evaluar cuando es oportuno iniciar un tratamiento farmacológico para tratar esta enfermedad crónica, de la misma manera que tratamos otras enfermedades como la hipertensión arterial, la diabetes, etc.
El primer paso es reconocer cuál es un objetivo de peso posible y real que el paciente pueda sostener en el tiempo. Sabemos, por distintos estudios realizados, que con el descenso del 10-15% del peso corporal, se obtienen grandes beneficios metabólicos, se reducen las complicaciones cardiovasculares y retrasa la aparición de diabetes.
Un dato preocupante es que en la actualidad, se ha incrementado la cantidad de niños y adolescentes con obesidad y un porcentaje desarrolla diabetes tipo 2; es alarmante, porque la diabetes tipo 2 era patrimonio exclusivo de los adultos. Por este motivo, la prevención primordial abarca una mirada desde la edad temprana de los niños, comprometiendo tanto a los médicos como a los padres con la educación de hábitos alimentarios.
Tenemos un camino que recorrer y el objetivo es fomentar el trabajo de los profesionales de la salud, la educación de hábitos saludables de las familias, la participación de los gobiernos con medidas que favorezcan el consumo de alimentos saludables y estrategias que promuevan la actividad física, así como el accionar de las industrias reduciendo el aporte de grasas, sodio y azúcares en sus productos. Es responsabilidad de todos trabajar para cambiar el curso de esta epidemia de obesidad, para evitar las complicaciones asociadas a esta enfermedad, prevenir la diabetes y jerarquizar un abordaje terapéutico óptimo con métodos seguros y eficaces para lograr el descenso de peso y evitar la reganancia posterior reconociendo como esencial la perspectiva del paciente en el tratamiento de la obesidad .