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Julio Orselli: «Yo nunca me creí ser periodista, nací y soy locutor»


Por Mario Luzuriaga

Si hablamos de locución en Rosario, una de las voces inconfundibles es la de Julio César Orselli, que luego de más de 40 años de trabajo, sigue vigente en los corazones del publico de la ciudad y alrededores.

La locución la lleva desde su más profunda infancia, en su Bell Ville natal, empezando a animar actos escolares. Sus grandes primeros pasos en la vocación los tuvo gracias a los anuncios que hacía para las tiendas de la ciudad y del verdulero que repartía su mercadería por las calles.

Luego llegó un llamado desde Rosario, ya que se necesitaban voces para Canal 3. Probó suerte y vaya si tuvo trayectoria allí: estuvo al frente del noticiero De 12 a 14 hasta el año 2011.

«Yo nunca me creí ser periodista, yo soy locutor, nací locutor desde chiquito. Siempre estuve vinculado con periodistas y ese vínculo, por esa asociación con los programas de televisión y radio, logré que la gente me involucrara en la profesión de periodista. Humildemente digo que soy locutor y colaboré, presenté y resalté el trabajo de los periodistas, que por suerte me tocaron compartir micrófono en el canal», expresó.

En diálogo con CLG, Orselli repasó su vida dentro del medio y opinó acerca de la realidad en la que vive Rosario.

Toda historia tiene un principio y nos gustaría saber cómo fueron sus comienzos.

— De chiquito quedé huérfano de padre, tenía 2 años, a mi viejo no lo conocí. Mi mamá me decía que tenía una linda voz y me empecé a dar cuenta de eso en los actos de la primaria, donde ví los primeros micrófonos. Allí le pedí a la directora o a la señorita de mi curso, que me dejara anunciar las estrofas del Himno Nacional.

—Algo así como un maestro de ceremonias.

—Exacto, yo quería ser el presentador y te estoy hablando que tenía 7 u 8 años. ¿Por qué buscaba amplificar mi voz? En análisis con mi terapeuta llegamos a la conclusión, que la voz de Julio sea fuerte, potente, que salga con toda la energía al aire. Ese aire es el cielo y en ese cielo estaba mi viejo y yo quería que mi papá, en esa fantasía de niño, me escuchara. Esa necesidad de tener el referente paterno, entonces siempre digo que soy locutor, para decirle a mi viejo que estoy acá y te estoy saludando; segundo, que la voz me ayudaba porque por el lado de mi familia materna, son todos italianos y tenían esa particularidad de tener una voz bastante potente.

—¿Y recuerda cuál fue su primer aviso?

—Mi primer aviso rentado fue en el bar que tenía mi madre en Bell Ville, en ese bar había un campaña política, cuando no en Argentina (risas). Iba un señor de apellido Zuccaro siempre a tomar el copetín, y era peronista hasta los huesos. En ese momento se anunciaba la fórmula Perón-Quijano, entonces mi mamá me decía que no vaya por las mesas porque me daban, quesos, maníes o pororó, porque tenía sus consecuencias, después me agarraba descompostura. Mi madre decía: «No le den nada a Julito porque después el problema lo tengo a la noche» (risas). Yo iba igual y este hombre me dijo que si yo gritaba fuerte «Viva Perón-Quijano», todos los platitos con picada eran para mí (risas); y ese fue mi primer aviso rentado. Subí a la mesa y con toda la voz que tenía grité y todos aplaudieron, claro yo estaba interesado en los platitos.

—¿Qué recuerdos tiene de su Bell Ville?

—Mi padre llega a Bell Ville a través de la estación de tren. Primero vino soltero de Italia a los 23 años y se radica en Zavalla. Después con el tren se fue a Rosario, siempre buscando trabajo en bares como mozo. En Morrison buscaban personal y de ahí se fue a Bell Ville que pagaban mejor y empezó la historia con mi madre. Los comienzos fueron muy lindos e inolvidables. La iglesia tenía una kermés para recaudar fondos para arreglar la fachada y yo iba a por el micrófono, no dejaba pasar nada. Después vino la propaladora, el aviso con el camión rodante, era todo vivo. Las tiendas te pagaban una hora por día para anunciar una gran liquidación y después venía el verdulero, de nombre Ruggero, y le pedía que me deje anunciar. El texto era magnífico: «Arrímese señora, o sea señor con su bolsita. Vea la calidad de la fruta que le ofrecemos. Manzanas grandotas como bochas de los santos valles de Río Negro. Despacito no empujen por favor…» y al lado del camión no había nadie y la vecina por curiosidad venía y compraba.

—O sea que lo formaron profesionalmente el verdulero Ruggero y los dueños de las tiendas.

—Hasta que después llegó la propaladora que eran 7 u 8 parlantes distribuidos en el centro de la ciudad, donde hacíamos avisos comerciales y poníamos música. Y eso fue lo que me dio la práctica, la posibilidad de practicar dicción, saber respirar, de cuidar mi garganta; todo fue autodidacta. Esos fueron los comienzos hasta que llegó un canal de televisión de circuito cerrado que era el Canal 2 de Bell Ville y había un solo televisor que estaba en la tienda principal. Transmitíamos desde las 6 de la tarde a 10 de la noche, películas y algunos avisos. Yo me sentaba en un escritorio y leía noticias y ahí fue donde la gente me reconocía, porque me decían que me habían visto cuando decía las noticias en la vidriera de la tienda.

—¿Cuándo fue el salto a la locución profesional?

— Yo arranqué con Chiabrando como compañero, Norberto fue el primer locutor que tuvo Canal 3 desde 1965, que hacía el noticiero del Diario La Capital, trabajó mucho en LT8 y conmigo fue muy buen compañero. El arrancó en el 65 y me mandó a llamar en el 66, cuando se enteró que necesitaban locutores del canal. Yo empecé justo al año después de la creación de Canal 3, el 20 de junio de 1966.

—¿Se acuerda lo primero que hizo en ese momento?

—Fue el HTH, Hora, Temperatura y Humedad y la identificación del canal. Es una lástima que el canal ya no tenga sus repetidoras, porque yo las inauguré como locutor. Iban los directores del canal a Pergamino, Rufino, Venado Tuerto y el conductor de esas ceremonias era Antonio Carrizo y yo era co conductor, para mí era tocar el cielo con las manos. Carrizo tenía una relación de amistad con el dueño del canal,  don Alberto Gollán, y le decía que iban inaugurar las repetidoras y tenía un corazón inmenso, aprendí mucho con él. Carrizo me organizó el trabajo y se transformó en una amistad, traerlo a Rosario después de las presentaciones, charlábamos mucho y también dormía durante el viaje.

—¿Fue impactante ver el crecimiento del canal desde su inicio?

—Si porque todo lo que te imagines era artesanal. No había celulares, las cámaras eran inmensas, trasladar eso era un costo tremendo, no estaba lo digital, no estaba el pendrive, el cassette, nada. Lo que había era fílmico, en Super 8, y se pasaba, segundo llegaban las cintas grandes para grabar en el canal. Tenía sus límites para grabar porque tenía determinados metros de cinta y se pijoteaba un poco.

—¿Cómo era la primera grilla de Canal 3? ¿Desde qué hora se iniciaba la transmisión?

—Los comienzos eran a las 6 de la tarde y después a las 12 del mediodía. Los cortes se iniciaron cuando hubo problemas de energía en país, y nos hacían cortar para que los televisores no generaran gastos de energía que la provincia no podía resolver. Entonces luego se empezaba de 12 a 18, se cortaba y recién volvía a las 21. En una temporada «De 12 a 14» se hizo de noche para evitar gastos de energía eléctrica y duraba una hora (risas).

—¿Cómo se creó «De 12 a 14»?

—En ese espacio estaba el noticiero del Diario La Capital que lo conducía Norberto Chiabrando, luego el se fue a la radio y lo seguí yo. En ese tramo, en la competencia que era y es Canal 5, estaba Raúl Granados, el papá de Pablo y abuelo de Migue, tenía un programa muy visto que se llamaba «La botica del 5″; entonces desde Canal 3 vieron que se llevaban la audiencia de los mediodías. Llamaron a un productor de Buenos Aires que era Moisés Gutermann, el fue el que le puso » De 12 a 14″. Cuando vino Moisés a Rosario dijo que íbamos a ser un popurrí, con noticias, espectáculos, números musicales y lo patentó. En un momento dado se retira Moisés por razones de salud y los dueños del canal le compraron la marca y está registrado a nombre de Televisión Litoral hoy en día.

¿Siempre estuvo ubicado en avenida Godoy?

—Si, salvo cuando mientras se estaba armando la nueva planta transmisora y se hizo donde está ubicado el teatro Mateo Booz. Después se hicieron algunos noticieros donde funcionaba LT2, en calle Dorrego, que ahora es un estacionamiento.  Y luego se unificó todo de nuevo en el edificio de avenida Godoy, el cual recorrí durante 48 años de mi vida.

—¿Cuándo fue el «boom» que hizo «De 12 a 14»?

—En los 70 empezó con los noticieros y no te olvides que había dos canales en la ciudad y Canal 7 llegaba con mucha lluvia, el coaxil no estaba habilitado, asi que lo que hicieses en cualquiera de los dos canales tenías una repercusión terrible. Al menos la mitad de Rosario y de toda la región veían el programa, ni nosotros sabíamos dónde llegábamos y la influencia que tenía el canal. Cuando salía de Rosario a transmitir a otros lados, era Gardel porque nos reconocían por el predomino que tenía la señal de entrar a los hogares.

—El equipo que siempre tengo en la memoria era usted, Miguel Tessandori, Carlos Bermejo y Raúl Hernán Sala.

—Esa fue la base de todo y después había columnistas de historia, política internacional, de temas sobre jubilados y después estuvo Luis Novaresio, que asistía a las personas que llamaban al canal para resolver trámites como caída de árboles, arreglos de luz pública, cosas de la ciudad. Fallece Sala, lo probaron a Luis y quedó él.

—Se notaba que había una complicidad entre todos ustedes.

—Una vez fue el Mariachi Rey y al final del show tiran al aire y a mí se me ocurrió meterme debajo del escritorio y una cámara me tomaba, fue muy gracioso. Eran cosas auténticas y espontáneas, Sala que era el más serio en cámara, era el que más rompía más la paciencia y hacía bromas detrás de cámara. Se respetaba mucho los roles de cada uno, yo era el presentador de los que venimos hablando. No hay nada mejor en mundo que Miguel en lo suyo, Carlos en lo suyo y Sala en lo suyo y mi trabajo era proteger el trabajo de ellos, presentarlos de la mejor manera posible y seguir adelante.

—¿Cuáles fueron los momentos inolvidables que pasó en el programa?

—Muchos pero la presencia de Juan Pablo II, fue muy importante para el canal, yo estaba transmitiendo en el Monumento a la Bandera, estar pegado al Papa, y tuve la suerte de decirle a mi canal que estábamos con su santidad. Presenté por primera vez a las integrantes del ciclo «El amor tiene cara de mujer», que la veía todo el mundo y nos visitaron. Fue una cosa muy linda por haber estado al lado de las mujeres más importantes de ese momento; también estuve con el ex presidente Raúl Alfonsín, que fue el padrino de la Radio Cataratas y ahí estuvimos.

—¿Alguna noticia dura que tuvo que dar al aire?

—La AMIA fue tremendo y la dimos con Sala, conectamos con Buenos Aires y salían los refuerzos de información con Sala. Eso fue lo más tremendo que nos pudo pasar. Después en la época de los militares estábamos todos observados, en lo personal, nunca nos pasó nada. Pero siempre llevábamos la documentación en regla. Cuando Galtieri fue comandante del Segundo Cuerpo de Ejército acá en Rosario, por razones de «cordialidad» empresaria e «institucional», cuando quería comerse un asado tranquilo en medio del campo, llamaba a Don Alberto para que preparen todo para hacerlo allí. Nosotros, los empleados, no participábamos porque era para todo el nivel jerárquico. El general Viola fue el que le dejó la licencia de Radio 2 al canal, le cedió la licencia.

—¿Qué fue la radio para usted?

—Fue todo para mi, fue lo que más me dio. Yo a la mañana abría un programa que se llamaba «Pregón Agropecuario» en LT8 de 5 a 8 de la mañana. A las 10 ya estaba en la cabina del canal abriendo la programación como locutor de off, hasta las 6 de la tarde. La radio siempre fue el satélite que tuve después del canal, al escuchar mi voz me probaron y fui el locutor de todas las transmisiones de fútbol durante 20 años en LT8. Y por eso eso conocí todo Sudamérica, el relato de Vidaña, el comentarista y yo. Después tuve una temporada larga con un programa que se llamaba «La ruta de las estrellas», que iba de 0 a 5.

—¿Cómo ve a la ciudad?

—Estoy preocupado por lo que pasa en Rosario, yo estuve en etapas difíciles en la ciudad, pero no como en la que estamos ahora. Si hablamos de la época tremenda que hubo durante los gobiernos de facto, que fue difícil, feo, hubo muertos, desaparecidos; pero cómo pasa ahora que abrimos los diarios y vemos que mataron a uno, lo balearon, la noche de Rosario, la droga; eso antes no se veía. Podíamos transitar de noche y nunca tuvimos ningún problema. Veo la gente con miedo, cuidándose, está muy nerviosa. Salgo a la puerta y siempre me encomiendo porque soy muy creyente.

—¿Los gobernantes que tenemos hoy en día?

—Mucha política, mucha competencia, mucho yo, todo el tiempo es Boca-River o Newells o Central; y nada de pensamos por el que no tiene, hacemos por esta persona tal cosa, no se fijan en la educación ; y se discute mucho un futuro que nunca le llega a la gente lamentablemente.

—¿Hoy en día estaría al frente de «De 12 a 14»?

—No sé, la etapa nuestra fue buena porque competíamos con otro canal y nada más. Ahora con el tema de las redes sociales, de los canales privados, de cable, con Netflix, ha cambiado terriblemente. Pensar un «De 12 a 14» masivo, con cierta influencia en lo político, no existe, porque la gente tiene la cabeza metida en otra cosa. Puede ser un programa que entretenga a la gente grande, que alguien prenda para ver si hay algo importante, pero otra cosa no. No hay una producción como antes, que se pensara para entretener al público. Hay dos o tres muchachos que entretienen más o menos. Teníamos un segmento que se llamaba «El club de los chicos» y nos mandaban sus dibujos, los mostrábamos al aire y el que ganaba le regalábamos un juguete.

—¿Con «De 12 a 14» se acercaban más a la gente por su espontaneidad?

—Canal 5 tenía sus seguidores, pero nosotros éramos más familieros, la gente almorzaba con nosotros. Te digo más la gente pedía que adelantáramos algunas columnas porque la gente dormía la siesta y se tenían que ir de nuevo a sus trabajos. Cuando dejamos el programa primero Carlos, luego Novaresio y después yo, pensamos que le iban a cambiar el nombre. Y cuando Gollán dijo que no le iba a cambiar el nombre, me puse mal porque tendría que haber sido un cierre. Tendría que haber desaparecido porque quedó solo Tessandori.

—¿Un deseo?

—Mi deseo es estar bien de salud y disfrutar de mi familia, porque todo lo que conté me costó pagar un peaje. No vi crecer a mis hijos como me hubiese gustado, en lo personal, algunos matrimonios quedaron en el camino. Yo me volqué muchísimo en el trabajo y todo lo que me quede de vida será disfrutar de mis hijos, de mis cuatro nietas  y tengo una nueva pareja que hace 8 años que estamos y nos llevamos muy bien.