Opinión

Por Diego Añaños

Cuchuflito, pindonga, y la alianza con Dios


Por Diego Añaños

Esta semana la campaña electoral se metió de lleno en la economía. Tanto en el plano interno, como en el externo, la política se hizo presente. Nada de lo que viene ocurriendo, es cierto, aparece como una sorpresa. Veníamos sosteniendo desde fines del año pasado que el gobierno iba a inventar un pequeño veranito artificial en el segundo trimestre para intentar llegar a las elecciones en condiciones más competitivas, cosa que viene ocurriendo, pero la situación comenzó a complicarse. Claro, era previsible que, a medida que se acercaran las PASO, la incertidumbre empujara hacia arriba a la volatilidad, y los agentes financieros se pasaran a modo fly to quality. Los efectos no se hicieron esperar y tanto el dólar como el riesgo país, dieron un respingo.

El riesgo país tuvo su mayor disparada en el último mes, debido al importante desarme de posiciones de papeles argentinos. Moody´s alertó sobre el riesgo político creciente. Según la calificadora, si Macri no gana las elecciones, se corre el riesgo de perder el acceso al mercado de capitales. Vale decir que la advertencia sonó rara, ya que la Argentina ya tiene vedado el acceso al crédito. Standard and Poor´s se expresó de forma similar.

Bloomberg, a su vez, calificó a la Argentina como la economía emergente más vulnerable del mundo, desplazando a Turquía al segundo lugar. La evaluación se basa en 5 razones: un muy elevado ratio (40,5%) de deuda externa de corto plazo sobre el PBI, una desviación de 35,8 puntos porcentuales de inflación por encima de la meta abandonada en septiembre (10%), un muy bajo ratio de Reservas Internacionales de cobertura (solo 85,9%, frente al 159,9% de Brasil por ejemplo) , un déficit de cuenta corriente del 2% del PBI y una pobre efectividad del gobierno.

El dólar, por su parte, retomó la senda alcista, lo que encendió las luces de alerta del gabinete económico. En función del escenario descrito, el Comité de Política Monetaria del Banco Central tomó tres decisiones:

1. Modificar el plazo de evaluación de la base monetaria, se pasa de un esquema mensual a uno bimestral, básicamente para que los números cierren, dado que no se llega a cumplir los objetivos de agregados monetarios de julio.

2. Garantizar un piso la tasa de interés del 58% para las Leliq hasta tanto no se conozcan los datos de la inflación de julio (el 15 de agosto). En realidad para evitar cualquier huída al dólar antes de las Paso.

3. Paralelamente, habilita una modificación de la conformación de los encajes. Básicamente lo que decide el BCRA es permitir que los bancos integren sus reservas obligatorias con un porcentaje mayor de Leliq, por lo cual, en los hechos, aumenta la porción remunerada de los encajes por los depósitos que captan. En resumen, Hoy sólo un 11% de la tasa que percibe un ahorrista por un plazo fijo a 30 días es pagada por el banco, mientras que el resto es pagado por el BCRA (o por todos nosotros, si ustedes quieren).

Lejos de la burbuja financiera, y mucho más profundo dentro del tejido económico-social argentino, la realidad es mucho más cruda. Según datos recientes del Indec, la canasta básica total (que incluye alimentos, bienes no alimentarios y servicios) subió casi un 59% en el último año, para alcanzar los $31.148,41, mientras que la canasta básica alimentaria alcanzó 12.409,72 (algo más de un 58% de aumento interanual). El salario mínimo vital y móvil es de $12.500, por lo tanto no llega a cubrir ni el 40% de la canasta básica total. Por otro lado, acumula un atraso de más de 24% en los últimos 12 meses contra los 55,8% de la inflación anualizada informada por el Indec.

A dos semanas de las Paso, y como respuesta a la publicación de los datos, el gobierno anunció que convocará al Concejo del Salario, el Empleo y la Productividad para después de las elecciones primarias para discutir un aumento de entre un 26% y un 30% del salario mínimo vital y móvil. Si efectivamente se da, con suerte llegaría a cubrir un 52% de la canasta básica total.

Lamentablemente, y a pesar de los interesante de la agenda, toda la atención se la llevó el affaire Cuchuflito y Pindonga. Pero, a qué refiere la metáfora de la ex presidenta? Nada más ni nada menos que a uno de los dos efectos que explican el comportamiento de la demanda: el efecto sustitución. El mismo, refiere al comportamiento de los demandantes ante los aumentos de precios: transfieren su demanda a sustitutos cercanos más baratos. Esto ocurre fundamentalmente, porque sus ingresos se ven deteriorados por el efecto renta, o sea, por la pérdida del poder adquisitivo de sus ingresos ante el avance de la inflación. Es decir, más allá de las humoradas, se intentaba reflejar la crisis que están atravesando los trabajadores y desempleados a lo largo del país, y cuyo reflejo es la caída sistemática del consumo.

La nota de color, como siempre, la aportó Elisa Carrió. La diputada sostuvo que Dios quiere hacer una alianza con todos los pueblos, pero especialmente con la Argentina. Que tenemos que aprender de los judíos, y seguir caminando sin quejarnos, hasta llegar a la Tierra Prometida. Será cuestión de dejarla negociar a Lilita con el Supremo, porque hasta ahora la cosa no parece que vaya a mejorar.