Opinión

Insólito: una boleta única de medio metro con lupa, un mecanismo antidemocrático a favor de los partidos tradicionales


Por: Octavio Crivaro

En Rosario la boleta única es una papeleta inédita que mide medio metro, con 55 listas que se apilan y las vuelve ilegibles. El tiempo para leer los nombres de listas y candidatos, algo esperable en cualquier elección, es de al menos 5 minutos. Un tiempo imposible en una votación en medio de una pandemia. Esto significa que quien no sepa de manera anticipada en qué lugar se encuentra su candidato, porque no todos tienen millonarios recursos para la instalación, es muy difícil que lo encuentre en el cuarto (o caja) oscuro y pueda votarlo. ¡Ahora dicen que habrá hasta lupas para votar, lo que es toda una confesión de que hay un problema grande!

Es por eso que vemos imprescindible no sólo elevar esta denuncia y alertar a la población sobre el problema, sino también develar quiénes son los beneficiados en este sistema y por qué es necesario rechazar y enfrentar estos mecanismos anti democráticos. En medio de una crisis social sin precedentes en mucho tiempo, con una bronca creciente de amplios sectores frente a una casta política que disfruta de sus privilegios en Olivos o en la fiesta de Carrió en Córdoba, la elección de Rosario, con una boleta imposible, busca ser una historia con final anunciado.

Lejos de una cuestión meramente técnica, esto constituye un grave problema político y es un mecanismo proscriptivo que puede hacer que el votante no logre elegir lo que quiere votar por un motivo sencillo: es verdaderamente complicado encontrar al candidato deseado en la boleta. Muchas de las listas corresponden a partidos tradicionales, que tienen numerosos precandidatos que ocupan buena parte de la boleta. Otras, son directamente inventos con caras que nunca vas a ver. ¿Qué efecto tiene esto? Que para los que militan día a día, los que ponemos la cara para defender los derechos de los trabajadores, las mujeres y la juventud, sea muy dificultoso que nos encuentren en una sábana de medio metro, con casilleros pequeños.

Pero no es solo esto. Hay una desigualdad de origen que hace que los que se vean beneficiados por la boleta única sean los partidos tradicionales, y particularmente algunas listas. Por supuesto: porque al mismo tiempo que es tan complicado ubicar en ese laberinto a quién querés votar, es claro en la calle que los grandes aparatos políticos tienen un despliegue de afiches, presencia en medios de comunicación, inversiones publicitarias, completamente millonarias. Tienen mucha plata, porque defienden a los (y son financiados por los) que tienen toda la plata.

 

Como parte de una elección que “predetermina” los ganadores previamente, muchos partidos ponen como candidatos a personalidades de la televisión, como forma de atraer el voto con personas que vienen “de afuera de la política”, lo que oculta a los partidos y dirigentes que están “siempre adentro de la política”. Eso hace que los candidatos a ganar (a ser más votados) sean los sectores que tienen una cara conocida (y no conocida necesariamente por sus posiciones políticas o su actitud frente a las penurias de los sectores populares) y una billetera más grande. Se despolitiza todo debate de ideas: hay que votar a la cara conocida, por presencia previa en la TV y por presencia actual en miles de afiches millonarios. Porque, además, en la provincia de Santa Fe prácticamente no hay publicidad gratuita ni acceso igualitario a la cartelería, lo que hace que obviamente se impone el que tiene más fondos. Todo esto es impulsado por el gobernador Perotti y el Intendente Pablo Javkin, que se benefician con este esquema.

Al mismo tiempo que se configura esta elección con una boleta-jeroglífico con desigualdades de condiciones más que evidentes, el sistema electoral que ellos defienden, exige además un piso de 12 mil votos que hay que superar en las PASO para poder estar en las generales. Ese piso es fijo: no se mueve si vota el 100% de la población o si, en medio de una pandemia y de mucha bronca con la casta política, un sector decide no votar, como ya se vio que pasó en las elecciones de Salta, Jujuy y Misiones. Todo piso electoral es un mecanismo restrictivo. Pero un piso atado al padrón, cuando hay gente que decide no votar, cuando hay sectores exentos de sufragar, es ilegítimo y absurdo. Es superior más restrictivo incluso al de la ley nacional, que es un piso de votantes, no atado a un padrón.

Eso tiene un objetivo claro: dejar afuera a las listas que no somos parte de la rosca de los grandes aparatos políticos, y que la elección se concentre en esos sectores. Políticos con miles de privilegios y con sueldos millonarios organizan la elección para que siempre los elijan a ellos, silenciando a los que no negociamos con el poder ni tenemos su billetera. Durante los últimos días, en redes sociales, en volantes que repartimos en toda la ciudad, en videos y en grandes carteles que fuimos poniendo con mucho esfuerzo, venimos advirtiendo la enorme confusión que implica la boleta única en estas elecciones, y el hecho de que esa confusión, claro, favorece a los políticos de siempre.

Frente a esa realidad, insistimos en pedir el apoyo, subrayando que para que no silencien a la izquierda en las elecciones generales, hay que marcar la cruz en el tercer renglón de la boleta única, para votar al Frente de Izquierda-Unidad de Nicolás del Caño y Myriam Bregman, en la lista de concejales que me toca encabezar. Es nuestra forma de colaborar un poco en el medio de la confusión que genera una boleta enorme. Hay una oportunidad de que la izquierda llegue al Concejo y levante una voz que hoy ahí no existe, porque es un grupo de amigos separados del pueblo trabajador, como se vio, entre otras cosas, en la votación de ajuste al transporte.

Pero para pelear eso hay que derrotar a estos mecanismos proscriptivos. Todos pueden ayudar poniendo la cruz en el tercer casillero, votando la única lista de unidad de la Izquierda, y apoyando la lista que encabezan Carla Deiana como precandidata a diputada e Irene Gamboa como candidata a senadora nacional. Que dejen elegir libremente y que no silencien a la izquierda, todo en uno. Para convertir la bronca en lucha y organización, y fortalecer una alternativa de trabajadores, de mujeres y de la juventud, es importante poner la cruz en el tercer renglón.