Por Diego Carballido
Una nueva conmemoración por la independencia firmada allá por 1816, en la provincia de Tucumán, brinda la posibilidad de seguir pensado el significado de este evento histórico en la actualidad. Por tal motivo, Con La Gente mantuvo un diálogo con la profesora Mercedes Castro, quien es docente de Historia en la secundaria y también en la Educación Superior. Según su experiencia en el aula, afirma: “Vemos que hay un currículum residual que pervive y mi trabajo es dar la historia de la enseñanza de la historia. Algunos alumnos hablan de nacionalismo y de un sentido patriótico imperante en 1816 cuando, paralelamente, estudiamos que la Nación es una construcción propia de la segunda mitad del siglo XIX. Esto es a causa de que Mitre y Vicente Fidel López fueron quienes revindicaron un pasado a partir de la creación del mito de la existencia de una Nación estableciendo al 25 de mayo y al 9 de julio con más fuerza, que luego resulta ser la historia que cuenta Billiken en el siglo XX»
¿Qué tan distante está el mito de lo realmente sucedido en 1816?
-Los mitos son útiles, existen y tienen partes constitutivas de lo que creemos que nos cohesiona como sociedad. El tema es que ese mito registra las gestas de grandes hombres y deja de lado la participación popular ¿Por qué los negros, los gauchos y las mujeres han participado de las guerras si no fuera porque buscaban una sociedad diferente? Como colectivo, el cambio social estaba presente en la utopía de la participación de estos sectores, sino no se hubiesen involucrados. Ellos han sido los invisibilizados y recién en la actualidad hay estudios que los revindican.
¿Qué tanta relevancia tuvo en su momento la declaración de Tucumán?
-Fue sumamente importante, de hecho hubo apuro en la declaración. Se decía «fin de la revolución, principio del orden» y podemos entender la hegemonía de Buenos Aires y de los sectores dominantes que tratan de imponer este nuevo orden. Es necesario contextualizarlo no solo en una escala continental sino a nivel europeo, con la restauración de las monarquías absolutas para entender porque no se optó por la monarquía como forma de gobierno. Finalmente ganó la opción republicana y hay que remarcar que no participaron las provincias del Litoral (Misiones, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos y la Banda Oriental) porque estaban con Artigas y la Liga del Sur.
¿Si tuviéramos que destacar algún personaje en particular?
– No soy amiga de hablar sólo de grandes hombres porque una historia social tenemos que entenderla con todos los participantes de la sociedad de ese momento. Pero, deberíamos comprender que el período de revolución y guerra comienza en 1810, por lo tanto, la línea que va marcando la independencia es la de Moreno, Castelli, Monteagudo, Belgrano, San martín, Güemes y Juana Azurduy, que se la masculiniza para resaltarla cuando, en realidad, habría que buscar a todas las otras mujeres que acompañaron la gesta. La figura de Artigas es importante también ya que por alguna razón expulsan a sus diputados de la asamblea de 1813. Una asamblea que se pensaba soberana y donde Artigas les propone la independencia, la autonomía de las provincias, la constitución de una república, el reparto de la tierra y obtiene como respuesta la expulsión de sus diputados. Y nosotros como santafesinos deberíamos destacar a Estanislao López, quien con su estatuto provincial pudo organizar tempranamente el territorio.
¿Se está revisando el lugar de la mujer a lo largo de la historia a partir del movimiento y la organización actual?
-Sin lugar a dudas, no podemos pensar en ninguna revolución sin pensar en las mujeres que fueron las más invisibilizadas porque en las representaciones actuales aparecen como la negra Tomasa vendiendo empanadas o como Mariquita Sanchez tocando el piano o en su casa como una gran anfitriona. En la actualidad, cada vez proliferan más los estudios que hablan de la mujer indígena, meztiza y negra, que constituían gran parte del Virreynato.