Por Alejandro Maidana
Antonio Barrera es enfermero del turno noche del Hospital Posadas. En diálogo Con la Gente, detalló la álgida situación por la que están atravesando.
Los trabajadores del Hospital Posadas siguen resistiendo y luchando por la reincorporación de los 122 despedidos. La mayoría de los cesanteados fueron enfermeros con más de 10 años de antigüedad que se opusieron a trabajar 12 horas como pedía la dirección. También fueron despedidos técnicos con destacada trayectoria y con puestos irremplazables, por lo que varios servicios como algunos de pediatría o de tratamiento contra el cáncer, quedaron desarticulados.
Las cesantías fueron comunicadas el lunes pasado mediante una resolución interna con el listado de los contratos que serían renovados y los que no. El martes 16 la policía impidió el ingreso de los trabajadores a sus puestos de trabajo. El recorte incluyó a especialistas con amplia trayectoria y empleados con más de 20 años de antigüedad. Un papel pegado en la pared, sería quién comunicase quienes no seguirían en sus funciones, tan perverso como inhumano.
La realidad de los contratados es tan cruel como intolerable, los contratos basura y tercerizaciones que desembarcaron con el menemismo, se fueron consolidando para darle lugar a un avance desbocado de los despidos.
Antonio Barrera es enfermero del turno noche de este monstruo de la salud pública anclado en el partido de Morón. Sobre la resistencia que vienen llevando adelante sostuvo: “El problema es muy complejo, ya que debemos hacer hincapié como punto de partida en el estado negrero que tenemos. Los sistemas de contratos son el núcleo de todo esto, en el Posadas somos más de 5.000 trabajadores, y solo entre un 20 y 25% del personal se encuentran en planta permanente”.
“En el año 1994 Menem declara el congelamiento de las vacantes, y desde allí nadie podía ingresar a trabajar al Estado. Pero por una necesidad, debido al crecimiento demográfico y la demanda, el estado permitió que ingresen más trabajadores de la salud bajo un contrato llamado “Contrato Posadas”, esto si bien marcaba algunas pequeñas diferencias con el personal de planta, gozabas de estabilidad laboral, vacaciones, es decir, con los mismos derechos que tiene un trabajador en blanco”, indicó Barrera.
El enfermero del Posadas sostiene que cuando se pudo profundizar la lucha para que los contratados puedan pasar a planta permanente, la misma se postergó. La aparición de la Influenza A (H1N1) obligó a tomar más personal, pero claro, siguiendo el camino de la precarización.
“El contrato 48 o artículo 9, como se lo conoce, es una constante con la cual ingresan los trabajadores al Estado. A diferencia del contrato Posadas, este es mucho más basura y se renueva del 1 de enero al 31 de diciembre, año tras año. Es decir, si tu cara no le cae en gracia a tu jefe, más allá de haber laburado bárbaro todo el año, no te lo renuevan, te despiden”, expresó.
El rol de ATE Morón
Hace unos días se pudo observar como parte de ese gremio agredía a trabajadores despidos que fueron a solicitarle solidaridad a quien correspondía. Sobre esto Antonio Barrera fue contundente: “Darío Silva es el burócrata que mandó a agredir a los compañeros, este mismo personaje se definía como soldado de Néstor Kirchner, hoy es un adalid de Cambiemos”.
“Este sujeto nos achacó a través de un comunicado interno la responsabilidad sobre los despidos. Una vergüenza, ya que lo único que hicimos nosotros junto a la Cicop fue no aceptar trabajar 12 horas y luchar por conservar las 10 horas laborales que abrazamos hasta la actualidad. Plantarnos para no descender de un contrato como el Posadas a la basura del 48, para ellos fue un acto irresponsable, una locura”.
Hoy Antonio Barrera está cobrando $5.700 en lugar de los $23.000 que le corresponden, un escarmiento que proviene del Estado debido a la medida de fuerza llevada adelante por este sector. Esto se da en un marco en donde la justicia falló a favor de los trabajadores, declarando la inconstitucionalidad de la imposición de las 12 horas de trabajo.
La resistencia del Hospital Posadas seguirá, entendiendo que no hay peor desguace que el que se intenta perpetrar sobre la salud pública.