La directora del Museo que funciona en el inmueble, escenario de la proclamación de la independencia en 1816, indicó que se escuchan “ruidos, pasos, se ven sombras, puertas se abren solas”
En la histórica Casa de Tucumán, escenario de la proclamación de la Independencia en 1816, se registra actividad paranormal, que incluye «ruidos, pasos, alguna que otra sombra, alguna puerta que se abre sola, alguna ventana que se abre sola».
Así lo aseguró la directora del Museo Casa Histórica de la Independencia en Tucumán, María Cecilia Guerra Orozco, para quien el lugar está impregnado de una energía particular que no pasa desapercibida para los visitantes ni para el personal que trabaja allí.
«Nunca es indiferente pasar por la puerta del Salón de la Jura porque la energía de ese espacio es distinta, es emocionante», dijo Guerra Orozco en declaraciones a la emisora Cadena 3.
Aseguró además que «todas las personas que trabajamos aquí, cuando pasamos por el salón, nunca quedamos del mismo modo, o te emocionás o dan escalofríos».
Según describió, muchos visitantes «lloran y otros cantan el himno» cuando se encuentran en el lugar.
«Nosotros, que pasamos todos los días por este espacio, algo se siente, como una mística muy particular que no tienen otros espacios», afirmó.
Aseguró asimismo que «aunque uno vaya y vuelva todo el tiempo, hay un sentimiento más grande a la cotidianidad».
En tren de detallar las expresiones de actividad paranormal que se registra en el histórico inmueble, afirmó que se escuchan «ruidos, pasos», sin explicación racional posible.
Enumeró además que en la Casa de Tucumán en ocasiones se observa «alguna que otra sombra, alguna puerta que se abre sola, alguna ventana que se abre sola».
«Se siente como una mística muy particular que no tienen otros espacios», aseguró Guerra Orozco.
«Creemos -sostuvo- que esta energía particular, llámese como se quiera llamar, convive con nosotros y somos muy respetuosos porque esta casa no es nuestra sino de todos los que estuvieron antes y quienes estarán después».
Para la directora del Museo, «es nuestra historia y seguramente estos ruidos y cosas con las que convivimos forman parte de la historia de esta casa».
La casa original fue construida durante la década de 1760 por el comerciante Diego Bazán y Figueroa, para ser otorgada como dote al matrimonio de su hija Francisca Bazán con el español Miguel Laguna, y como el matrimonio tuvo gran descendencia, en algún momento llegaron a vivir en la casa más de quince personas.
En la época de la Revolución de Mayo, la casa pertenecía a los descendientes de Francisca Bazán y no existe registro de la fecha en que la casa fue alquilada por el gobierno revolucionario para usarla como cuartel para oficiales y tropa en los meses que siguieron a la Batalla de Tucumán.
Aún alquilada por el Estado, fue asignada para las sesiones del Congreso de Tucumán, que funcionó en ella entre marzo de 1816 y enero del año siguiente.
Para la mayor comodidad de las sesiones, se derribó una de las paredes interiores que dividían dos de las tres salas ubicadas entre el primer y segundo patio.
Allí se montó el salón ampliado donde se proclamó la declaración de Independencia el 9 de julio de 1816.
En los años posteriores, la casa volvió a manos privadas y cayó en un marcado deterioro.
En 1874, la casa fue definitivamente adquirida por el Estado nacional, que la destinó a edificio de Correos, y en 1903 se vio obligado a demolerla casi por completo, debido a su pésimo estado de conservación.
La única parte del edificio que fue salvada de la demolición fue el Salón de la Jura de la Independencia, justamente donde se concentraría la «actividad paranormal» señalada por la directora del Museo.