Edith Sánchez, colaboradora del portal «La Mente es Maravillosa», ha recopilado en el siguiente artículo algunas acciones de mascotas que son capaces de exponer su vida con el objetivo de mostrar su lealtad y devoción hacia sus dueños. Vale la pena leerlo, dice lo siguiente:
«No son pocas las historias de perros capaces de inspirarnos; narran de manera conmovedora cómo el mejor amigo del hombre manifiesta su solidaridad y lealtad. Son muchos los perros que, literalmente, dan la vida por los humanos. Ante situaciones de peligro, no dudan en hacer todo lo que esté a su alcance por salvar a sus amos o a otras personas.
También son muchas las historias de perros que siguen a sus dueños a cualquier lugar, incluso a la muerte. O de aquellos que comprenden que un niño es un ser vulnerable y por eso llegan a desafiar graves peligros solo por ayudarlos y salvarlos.
Los perros nos dan todos los días lecciones de nobleza. Son compañeros fieles, amorosos y alegres. A cambio de muy poco, nos dan todo. Desde tiempos inmemoriales han sido compañeros inseparables del hombre y, aunque se les nieguen los créditos, son y han sido protagonistas indiscutibles de muchos hechos relevantes. Enseguida te presentamos algunas de esas historias de perros que han dejado una gran huella.
Salty, un perro guía que se convirtió en héroe
Salty es un labrador retriever dorado que protagonizó uno de los episodios más conmovedores durante el famoso 11 de septiembre en Nueva York. Su dueño, el colombiano Omar Eduardo Rivera, es ciego; Salty su lazarillo. Rivera trabajaba en la torre 1 del World Trade Center. Ocupaba su puesto de trabajo cuando el primero de los aviones impactó contra el edificio.
Salty reaccionó con nerviosismo mientras se escuchaban gritos por todas partes. Luego, desde el pasillo, ladró con fuerza. Rivera sintió como si lo estuviese llamando para que evacuaran. Así que se aproximó al perro, quien paso a paso lo fue conduciendo por los 71 pisos del edificio que tenían que atravesar hasta llegar a la calle. Una vez allí, el edificio se desmoronó. Salty guió a su amo hasta tomar el metro y luego hasta la casa. Es una de esas historias de perros que le dio la vuelta al mundo.
Otra de las insólitas historias de perros
En Punta Arenas, Chile, tuvo lugar otra de esas fantásticas historias de perros que superan la imaginación de cualquier guionista. Se desconoce el nombre del can. Su dueña era una niña de 8 años, que tenía un vínculo muy fuerte con el animalito. Una mañana, su madre fue a llevar al hermano pequeño de la niña hasta el jardín de infantes. Por eso la pequeña se quedó sola en la casa durante casi una hora.
Un hombre, que acechaba a la niña, aprovechó la situación para llamar al timbre. Entró a la fuerza e intentó abusar sexualmente de la niña, que apenas si pudo defenderse. El perro se lanzó furiosamente sobre el agresor, que en poco tiempo se vio reducido y huyó. Cuando la madre volvió, la pequeña le contó lo ocurrido. La policía se hizo presente y detectó rastros de sangre del pederasta. Así pudieron establecer su identidad y darle captura.
Bobby y la fuerza de la lealtad
Bobby era un perro de raza Skye Terrier, que se convirtió en una auténtica leyenda. Su amo era John Gray, un vigilante nocturno de Edimburgo que lo adoptó y lo convirtió en un amigo inseparable. Sin embargo, Gray murió de tuberculosis, en 1858. Había pasado los últimos años de su vida al lado del perro y este no comprendió lo que ocurría.
Se cuenta que John Gray fue enterrado en el cementerio Greyfriars. Desde entonces, Bobby se trasladó a ese lugar para acompañar a su amo, incluso más allá de la frontera de la vida. Esta es una de esas historias de perros que siguen ilusionados con volver a ver a sus dueños, aún después de que estos han muerto. Sin embargo, el caso de Bobby tiene algunas particularidades especiales.
Los lugareños de la época notaron que el perro no se separaba de la tumba de su amo, por ninguna razón. Trataron de atraerlo, pero él no atendía. Así pasó 9 años, hasta que se emitió una orden según la cual todo perro no registrado sería sacrificado. Sir William Chambers pagó el registro de Bobby y le hizo un collar grabado con su nombre, que todavía se conserva en un museo de Escocia.
Bobby murió 14 años después de su dueño. Se hizo una tumba en su honor y el escultor Wiliam Brodie elaboró una famosa estatua, en tamaño natural, que aún se conserva en Edimburgo. Desde el año 2000, la tumba de Bobby se ha convertido en una especie de santuario donde la gente va a dejar palos para que Bobby los atrape. Dice en su lápida: “Que su lealtad y devoción sean un ejemplo para todos nosotros”.