Salome Zurabishvili, ex ministra georgiana de Relaciones Exteriores, se convirtió este jueves en la primera mujer elegida presidenta de Georgia, según resultados finales cuestionados por la oposición, que denunció un fraude.
Zurabishvili, nacida en Francia y que fuera embajadora de este país, apoyada por el partido en el poder Sueño Georgiano, obtuvo el 59,25% de los votos contra el 40,48% para el candidato de una alianza de 11 partidos de oposición, Grigol Vashadzé.
Esta alianza opositora, el Movimiento Nacional Unido (MNU), fue fundada por el expresidente en exilio, Mijaíl Saakashvili, que denunció un «fraude electoral masivo» e instó a los georgianos a «manifestarse pacíficamente para exigir elecciones legislativas anticipadas».
Por su lado, la nueva presidente afirmó tras su victoria que Georgia había apostado por Europa. «Es importante mostrar que el país ha elegido a Europa, y por ello los georgianos eligieron presidenta a una mujer europea», afirmó.
Se trata de los últimos comicios presidenciales con elección directa en esta antigua república soviética del Cáucaso, antes de pasar a un régimen parlamentario. Aunque el cargo de presidente se convierte en algo esencialmente simbólico tras estos cambios constitucionales, esta votación supone un verdadero test para el partido en el poder.
Estas elecciones en Georgia -una ex república soviética del Cáucaso que aspira sumarse a la UE y la OTAN- prefigura el enfrentamiento que se producirá en las legislativas de 2020 entre el Sueño Georgiano, en el poder desde 2012, y el MNU de Saakashvili.
Revés para el poder
En la primera vuelta de las presidenciales, el 28 de octubre, Salomé Zurabishvili no logró superar la barrera del 50% de votos, un resultado considerado como un revés para Sueño Georgiano, fundado por el multimillonario Bidzina Ivanishvili, que muchos consideran como el verdadero poder en la sombra.
Zurabishvili, francogeorgiana de 66 años, llegó entonces casi empatada (38,64%) con Grigol Vashadzé (37,73%).
Ambos candidatos compartían la necesidad de un acercamiento del país con la Unión europea y la OTAN, pero se diferencian en la forma de abordar sus relaciones con Rusia.
«Sueño Georgiano adopta un tono más moderado en sus relaciones con Moscú, mientras que el MNU es tradicionalmente abiertamente crítico» con el presidente ruso Vladimir Putin, explica el analista Gia Nodia.
Saakashvili llegó al poder en 2004 y durante su presidencia el país vivió la desastrosa guerra contra Rusia en 2008, hasta que dejó el poder en 2013.
La oposición ha acusado al gobierno de intimidar a los votantes y afirmó que militantes de Sueño Georgiano habían agredido a miembros del partido de Vashadzé.
Zurabishvili, que mantuvo un perfil bajo desde la primera vuelta, afirmó que ella y sus hijos fueron amenazados de muerte.
Tres oenegés georgianas, entre ellas la rama local de Transparencia Internacional, afirmaron la semana pasada que tenían pruebas de que el gobierno imprimió falsos documentos de identidad para amañar la segunda vuelta.
La Organización para la Cooperación y la Seguridad en Europa (OSCE) considero este jueves que las elecciones «fueron competitivas» y que «los candidatos pudieron hacer campaña libremente». No obstante criticó el «uso abusivo» de los recursos del Estado para favorecer a Zurabishvili.