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Gabriela Acher: «Los varones tienen que apoyar la lucha de las mujeres»


 

Por Mario Luzuriaga

La actriz y humorista, Gabriela Acher, regresa a los escenarios rosarinos luego de una larga ausencia para presentar su unipersonal «¿Qué hace una chica como yo en una edad cómo ésta?», el próximo viernes a las 21 en el teatro Mateo Booz.

La obra se define como «un canto a la vida en medio de una lucha de antemano perdida ante la burlona mirada del reloj biológico».

Antes de su show, la artista dialogó con CLG acerca de su mirada hacia el feminismo actual.

— Usted fue una de las pioneras en hacer humor femenino, ¿por qué eligió esta clase de humor?

— Mi humor nunca fue en contra de los hombres, más bien fue hablar a favor de las mujeres, en el sentido que las mujeres hemos sido olvidadas en la cultura durante mucho tiempo. Además de estar relegadas de ciertos temas y esto siempre me despertó una rebeldía. De muy jovencita, yo notaba que ser mujer era ser una ciudadana de segunda en muchos aspectos. Siempre pensé que mi humor era un medio y no un fin en sí mismo. Uso el humor para hablar de lo que quiero y, en mi caso personal, hablar de feminismo hace 30 años, si no hubiese sido con humor, me hubiese colgado de una plaza pública (risas). Por supuesto que hice feminismo en una época que era parecido a un prontuario, pero de cualquier manera, el humor aceita los temas más ríspidos del mundo. En un cierto punto afloja esfínteres (risas).

— Pero brindemos por el humor que le permitió expresarse…

— Por supuesto, si yo no hubiera hablado con humor no hubiese existido mi personaje de la «Doctora Diu». Yo a ese personaje lo hice en mi programa «Hagamos el humor» en el año 91. Ella era una especie de «vengadora» de las mujeres. Por suerte el humor fue un salvoconducto, una manera de transitar por la vida pudiendo expresar mi pensamiento a través del humor y lograr de esa manera comunicarme con las mujeres y también con los hombres.

— Nunca se la cuestionó por su feminismo, ya que gran parte de los hombres la respetaban por su trabajo.

— Si, pero te voy a decir que la admiración, si viene por parte de la mujer hacia el hombre, forma parte del erotismo. En el caso contrario, el erotismo no funciona. He visto que los hombres compran mis libros, ven mis espectáculos, se ríen, pero disminuyeron los propósitos de pareja, cuando expresé mi feminismo.

— ¿Puede que su modo de expresar su feminismo no es tan combativo como el de otras mujeres?

— Totalmente, no te olvides que soy de la generación de que cuidábamos al hombre. Siempre lo cuidé, aún haciendo  humor, expresando mi femenismo. Nunca hice chiste para ofender al hombre. Lo hice porque me importa el público y soy heterosexual y siempre digo que, si bien las mujeres queremos igualdad de oportunidades, a pesar de eso queremos relaciones y vínculos. La persona que tratamos de convencer, no es como la Revolución Francesa de ir y ver rodar cabezas de nuestro enemigo, sino el «enemigo» es nuestro novio, padre, hermano o hijo. La gente que nosotros amamos tiene que entender la lucha de la mujer por la igualdad.

— ¿Hay veces que hay que ser moderados a la hora del escrache a una persona que se la tilda de haber cometido algún abuso contra alguna mujer?

— Es un delicado equilibrio, es el filo de la navaja. Pero lo que le quiero decir a los varones, a la mayoría que no son perversos, ni abusadores, ni maltratadores ni nada, yo les digo que apoyen esta lucha de la mujer. Si mañana se diera que alguna resentida se le da por hacer una falsa denuncia, que puede pasar, van a tener millones de voces de mujeres que los van a defender. Van a salir a decir que no es verdad.