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Tras repetidos análisis

Fisiólogos destruyeron uno de los mayores mitos sobre el embarazo


Los fisiólogos pensaban durante largo tiempo que el útero de la mujer era un órgano normalmente libre de toda flora bacteriana. Esta opinión tenía una importancia especial para la obstetricia: se solía considerar que los bebés humanos contactan por primera vez con los microbios durante el parto.

Sin embargo, repetidos análisis genómicos practicados al líquido amniótico, la placenta e incluso a las primeras heces de bebés recién nacidos (el denominado meconio) sugerían lo contrario. Un grupo de investigadores australianos resumió los datos de esas múltiples pruebas, repitió algunas en condiciones de esterilidad y sintetizó sus conclusiones en un artículo publicado este 6 de junio en la revista Frontiers in Microbiology.

El trabajo reveló que huellas génicas de una variedad de microbios estuvieron siempre presente en las muestras. Los estudiosos destacan entre los ADN identificados figuran bacterias típicas de la piel, como Propionibacterium acnes y Staphylococcus, y otras provenientes del meconio, como Pelomonas puraquae. En esta última, la microbiota variaba enormemente entre los individuos recién nacidos.

«Sin embargo, algunos argumentan que los resultados son falsos positivos: contaminantes en los reactivos utilizados en el análisis del ADN», admitió la investigadora Lisa Stinson, de la Universidad de Australia Occidental.

Para descartar este reproche y asegurarse de que no hubiera genomas extraviados escondidos entre los reactivos, los científicos aplicaron medidas extraordinarias de limpieza y utilizaron una enzima capaz de destruir cualquier ADN que hubiera en los químicos.

El material descubierto por el equipo tras este proceso fueron genomas de bacterias y no células funcionales, por lo que los autores reconocen la posibilidad de que estos hallazgos fueran restos de organismos invasores destruidos por el sistema inmune, según publicó RT.

Si estudios posteriores confirman que se trata de microorganismos íntegros y vivos, quedará claro que «los microbios realmente podrían estar moldeando nuestro desarrollo desde alguno de los primeros momentos de la vida», valoró Stinson.