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Prácticas agricolas

Europa piensa en métodos argentinos para combatir el cambio climático


 

Cada viernes a nivel mundial se realiza la marcha Fridays for Future, para reclamar acción contra el calentamiento global y el cambio climático. Este movimiento creció gracias a Greta Thunberg y su aparición publica en las últimas semanas.

La activista sueca hizo fuertes acusaciones sobre Argentina y Brasil, por considerarlos entre los cinco países más contaminantes del planeta.

En Europa, por lo contrario, hay organismos que sugieren imitar prácticas argentinas que se vienen realizando hace 30 años en el país en torno a la agricultura. Las mismas han contribuido a reducir los efectos negativos del clima.

La Agencia Europea del Medio Ambiente publicó recientemente un extenso informe sobre cómo los cambios en la temperatura y en las precipitaciones ya están influyendo en los rendimientos de los cultivos y en la productividad del ganado europeo.

El informe del organismo, cuya labor es ofrecer información sólida e independiente sobre el medio ambiente, también contiene la estrategia de la Unión Europea (UE) para apoyar medidas y permitir su adaptación a nivel de productores.

El cambio climático afecta a la agricultura de distintas formas como la alteración en la temperatura y en los registros de lluvias o los fenómenos climáticos extremos, ya están influyendo en la productividad agropecuaria.

También se ve afectada la disponibilidad de agua necesaria para el riego de los suelos, la producción de carne y leche, el procesamiento de productos agrícolas y las condiciones de transporte y almacenamiento.

Se prevé que el calentamiento global va a reducir la productividad de los cultivos en regiones del sur de Europa y mejorará las condiciones agrícolas en el norte del continente.

Si bien algunas zonas del norte pueden experimentar temporadas más favorables para los cultivos en el futuro, se estima un aumento en el número de eventos extremos que afectarán en forma negativa a la agricultura.

El informe ambiental advierte que habrá una pérdida de superficie agrícola, que se atribuye en forma especial a la expansión urbana tanto en edificios como en nuevas carreteras.

Esta transformación en el uso del suelo representa un riesgo para la capacidad de recuperación del ecosistema, en un escenario de cambio climático. Un ejemplo de ello será la menor capacidad para hacer frente a las inundaciones, debido a la pérdida de superficie para la retención de agua y para la fijación de carbono.

¿Qué se hace en Argentina?

Entre las medidas nacionales figuran la implementación de cultivos de cobertura, una práctica que mejora la captura de carbono y, en especial, la siembra directa o labranza mínima asociada a la diversificación y rotación de cultivos.

Para la agencia europea, la labranza cero induce cambios positivos en la estructura del suelo, genera materia orgánica y disminuye los efectos de la erosión tanto eólica como hídrica. Cualidades que los productores argentinos tienen probadas desde hace ya varias décadas y que los convierten en referentes mundiales.

En ganadería, la recomendación es también aplicar estrategias que en Argentina ya fueran adoptadas con éxito, como el manejo del pastoreo para ayudar a reducir la suelo degradación, aumentar la biomasa en pastizales y mejorar la salud animal.

Nunca está mal copiar lo que es bueno; al menos así lo están entendiendo algunos europeos.