Estudiantes para docentes porteños repudiaron las declaraciones de la ministra de Educación, quien trató a los docentes de fracasados, viejos y pobres "¿Cuál es el problema de que los profesorados se llenen de pueblo y de sectores populares?", interrogó una de las estudiantes
“No aceptamos la mirada despectiva de la ministra. ¿Cuál es el problema de que los profesorados se llenen de pueblo y de sectores populares? ¿Cómo no vamos a querer ser docentes quienes venimos de la clase trabajadora? Nosotros miramos con otros ojos la realidad que vivimos, decidimos ser docentes para transformar el mundo y estamos muy orgullosos de eso”, dice Nadia Candi, estudiante del profesorado de Educación Primaria Normal 7.
Al igual que ella, los estudiantes para docentes porteños consultados por el diario Página/12 repudian las declaraciones de la ministra de Educación, Soledad Acuña, quien los trató de fracasados, viejos y pobres. Además piden su renuncia. También cuentan que durante la pandemia, personal de la cartera porteña ingresó a las clases virtuales sin avisar ni pedir permiso y, cuando se les preguntaba cuál era el objetivo de la presencia, no respondían y se iban.
“La concepción de formación docente que plantea Acuña es muy vieja. Hoy se nos educa de una forma muy vinculada con escuchar a los pibes y con tener en cuenta al otro para la construcción de aprendizaje”, asegura Naara Maddonni, estudiante del profesorado de Educación Primaria en el Normal 1. En su caso, explica que eligió la carrera porque “pensamos que la comunidad puede ser mejor y sabemos que una de las formas fundamentales para que eso suceda es a través de la educación”. Naara terminó la escuela secundaria sabiendo que quería ser docente. “Siempre están las excepciones y es muy lindo ver gente grande estudiando, pero la mayoría somos jóvenes de entre 18 a 35 años”, agrega.
Maddoni opina que la ministra desmerece al nivel terciario, porque “en nuestras carreras tenemos más de 40 materias, sin contar lo que implican las prácticas a contraturno”. Por otra parte, destaca que “es tal el desconocimiento que tiene de lo que sucede en las aulas que habla como si los alumnos fuesen sujetos pasivos a los que sencillamente se les ‘baja línea’ cuando eso es inviable, porque los estudiantes tienen voz y dicen lo que piensan”.
Acuña había dicho que quienes estudian para ser docentes son «cada vez más grandes de edad» y que «eligen la carrera docente como tercera o cuarta opción luego de haber fracasado en otras carreras». También apuntó al nivel socioeconómico de los estudiantes para docentes al decir que «son de sectores cada vez más bajos» y por eso tienen «menos para ofrecer en el aula». Además indicó que las clases remotas les permitieron «ver qué pasaba en las aulas», e incitó a los padres a denunciar a los docentes en caso de que detectaran «bajadas de línea».
Las desafortunadas declaraciones no solo fueron repudiadas por los sindicatos y la comunidad educativa, sino también por funcionarios del gobierno nacional, organismos de derechos humanos, y los legisladores porteños del FdT, que hicieron un pedido de interpelación para que Acuña fuera al recinto a dar explicaciones –que no prosperó porque JxC cuenta con mayoría en la legislatura–. El espacio político respaldó a la ministra con un silencio que se mantuvo hasta que este sábado Acuña publicó una carta en la que reconoció que sus dichos habían causado «dolor e incomodidad», pero insistió que iba a mantenerse firme en su postura.
Sol Godoy tiene 23 años, estudia el profesorado de Ciencia Política en el Joaquín V. González y es presidenta del centro de estudiantes. “Gracias a muchos docentes excelentes que tuve dije: ‘me quiero dedicar a esto’”, cuenta. Con respecto a la tarea docente, dice que siente «una responsabilidad histórica y un gran orgullo”. “Defendemos una educación como la que aprendemos de Paulo Freire: que nos invite a pensar y no a obedecer, todo lo contrario a lo que plantea Acuña. Es nefasto que nos culpe a los estudiantes de las problemáticas de las que el Estado debería hacerse cargo”, dice.
Para Godoy, el problema de la “jerarquización docente”, es un tema que depende de lo presupuestario: “el Joaquín V. González se cae a pedazos y todos los normales están destruidos”. En esa línea, Maddoni subraya que “hay falta de recursos y son las cooperadoras las que compran tizas y borradores. Además no hay una ampliación de la planta orgánica funcional y las cursadas están colapsadas”.