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Día de los Enamorados

Ernesto Rathge: «Hoy estamos en la época del amor líquido»


El reconocido psicoterapeuta de la ciudad dialogó con CLG para intentar comprender un poco más de qué se habla cuando se habla de amor

Por Franco Albornoz

Pocos festejos a nivel mundial generan tantas pasiones y odios, eventos y contra-eventos como San Valentín. Es que hablar de amor significa comprometerse con un tema complejo. Entre otras cosas porque suele percibirse como algo abstracto. Se siente en el fondo del alma, pero se expresa de mil maneras: con palabras de aliento, frases reconfortantes, caricias o nobles acciones por el otro. Todos lo sintieron alguna vez en la vida. Los poetas escribieron sobre él, los cantantes le cantaron y a su alrededor creció todo un movimiento dedicado a encontrarlo, expresarlo y conservarlo. Pero, ¿qué es el amor en realidad? ¿Dónde reside? ¿Qué lo desencadena? ¿Qué pasa realmente en nuestras mentes y en nuestros cuerpos cuando nos enamoramos “perdidamente”?

¿Cómo se hace para “volver a ser” después de un desamor? ¿Cuál es la diferencia entre el amor y el enamoramiento? ¿Existe el amor a primera vista? Varias son las preguntas, y muchas más las respuestas. Todos interrogantes que desvelan, que son casi imposible de comprender en ocasiones, pero que aún así merece el esfuerzo meditar sobre ellos. Amable, crítico, analítico y con un sentido de la reflexión poco visto en estos tiempos, el doctor Ernesto Rathge, reconocido psicoterapeuta de la ciudad, dialogó con CLG para intentar comprender un poco más de qué se habla cuando se habla de amor.

— ¿Qué es el amor? ¿Por qué nos enamoramos?

— A veces intentamos explicar lo inexplicable. Nadie sabe por qué la gente se enamora o, en todo caso, las explicaciones suelen ser reduccionistas cuando pretenden dar cuenta de un fenómeno tan complejo. Las neurociencias hacen un aporte interesante. Lo cuenta la investigadora Helen Fisher. En una de sus conferencias explica cómo, al realizarle una resonancia magnética a voluntarios enamorados (algunos felizmente, otros rechazados), descubren que cuando le muestran una foto de la persona amada, se les «enciende» un núcleo en el cerebro, en una zona muy alejada de las áreas que tienen que ver con la racionalidad y el control de nuestros impulsos.

— ¿Existe el amor a primera vista?

— Por supuesto. No tengo dudas.

— ¿Y eso es amor o enamoramiento? ¿Dónde reside la diferencia?

— El enamoramiento es una tormenta tropical intensa y arrasadora dónde predomina la pasión. En cambio, el amor tiene más que ver con un jardín que exige del cultivo y el cuidado de la pareja. Exige laboriosidad para que las flores no se marchiten.

— ¿Ese amor se transforma a lo largo del ciclo de la vida de una persona? ¿O el paso de los años no influye en la concepción del amor?

— El sentimiento es parecido en todas las edades, lo que pasa es que son distintas las posibilidades de concreción de ese amor. En las personas mayores el enamoramiento existe, aunque se suponga que los viejos no se enamoran. La persona mayor está “condenada” al ostracismo afectivo aún por sus cercanos. Y hace poco vi un tuit de un joven que me conmovió. El muchacho contó el enamoramiento del padre de 81 años con una novia: él se esconde para asustarla y ella, sabiendo que está escondido, igual hace que se asusta. Es algo simple, pero enorme, porque rompe esa tendencia en relación a la edad.

— Es habitual ver a parejas de personas mayores en relaciones que perduran en el tiempo. En cambio, para las nuevas generaciones todo es más efímero…

— La cultura de hoy organiza de forma diferente la manera en que se produce la oficialización del hecho amoroso. Antes para darle un beso a alguien era todo un proceso, una ceremonia. Para casarse había que pedirle la mano de la novia al padre, siempre y cuando haya existido un compromiso previo. Hoy estamos en la época del amor líquido, que es un concepto del sociólogo Zygmunt Bauman, que sirve para describir el tipo de relaciones interpersonales que se desarrollan en la posmodernidad: fugaces, superficiales y con menor compromiso.

— ¿Entonces a lo largo de la historia cambió la concepción o el valor del amor?

— Lo que se fue modificando es la relación con las instituciones que la cultura provee para el encuadre de los procesos afectivos. Y es verdad que más allá del concepto de amor líquido muchas relaciones pasadas siguieron adelante, no por pleno convencimiento, sino por paradigmas socioculturales que tienen que ver con el acuerdo patriarcal. Eso hoy no existe tanto y es algo positivo. En la actualidad está admitido que cuando algo no funciona hay que interrumpirlo.

— ¿Cómo sobrellevar el dolor de un desamor? ¿Cuánto se tarda en “sanar”?

— El dolor surge ante lo inevitable de la pérdida. Se da cuando registramos nuestra vulnerabilidad. Uno podría decir que si se es sabio se podría evitar el dolor, porque entendería que es una consecuencia lógica de su propia existencia. Conviene que el tiempo sane. Que se pueda soltar lo que ya no está. El tiempo del proceso depende de los procesos madurativos de cada uno y de la capacidad de aceptar la pérdida. Entender que no se trata de posesiones, sino el amor ligado al respeto por el otro. Como dijo Humberto Maturana: amar es ver y aceptar al otro como un legítimo otro.