Los bomberos encontraron este miércoles nuevos restos humanos que podrían corresponder a los de una tercera víctima del derrumbe de un edificio de 24 pisos en Sao Paulo la semana pasada, convertido ahora en una montaña de escombros bajo la que se busca a siete desparecidos.
Las «partes del cuerpo» fueron encontradas en la mañana por la perra especializada Vasty, según informaron los bomberos en su cuenta de Twitter, y están siendo analizadas por la policía científica.
Solo tras los exámenes podrá saberse si corresponden a una de las víctimas todavía no identificadas, precisó a la AFP un portavoz de la corporación.
Desde el impresionante colapso de este edificio, habitado por personas sin techo, en la madrugada del 1 de mayo, los equipos de rescate apenas han logrado localizar los restos de dos fallecidos.
Los primeros fueron los de Ricardo Pinheiro, el habitante que quedó atrapado por el derrumbe cuando faltaban pocos segundos para que los bomberos consiguieran sacarlo del inmueble, que ardía entonces por el incendio que causó el desastre.
Su cuerpo, el único que ha podido ser identificado, fue rescatado el viernes. El martes, los equipos de rescate localizaron otro cadáver bajo la enorme montaña de escombros a la que quedó reducido este edificio situado en el corazón de la mayor ciudad de Sudamérica.
Las primeras investigaciones indican que un cortocircuito en el quinto piso pudo haber causado el fuego, desatando una catástrofe que reabrió el debate sobre el déficit habitacional que sufre la capital económica de Brasil.
En los años 80, este céntrico edificio llegó a ser la sede de la Policía Federal, pero su decadencia empezó a partir de 2001.
Desde hace diez años estaba ocupado por el colectivo LMD (Lucha por una vivienda digna, por sus siglas en portugués), que según los últimos registros alojaba a más de un centenar de familias que pagaban diferentes arriendos.
Con más de 12 millones de habitantes, Sao Paulo es la ciudad más poblada del gigante sudamericano, pero sufre de una gran desigualdad económica.
Las familias pobres con frecuencia ocupan edificios abandonados o levantan carpas en terrenos baldíos, en ocasiones lindantes con barrios acomodados.