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El trabajo inclaudicable de FAOHP en tiempos sinuosos: «Cuando hay crisis, nos tenemos que agrandar porque la gente necesita más»


La ONG que asiste a pacientes oncológicos pediátricos sigue ayudando en un contexto desfavorable

La Fundación Argentina OncoHematológica Pediátrica (FAOHP) cumplió 37 años al servicio de la comunidad y redobla los esfuerzos para cumplir con sus multiples tareas de asistencia a niños que atraviesan esta dura enfermedad. Todo comenzó con Mónica Matas en 1987 en el Hospital Centenario de Rosario y desde allí fue tal el crecimiento que llegaron a lograr el sueño de una casa donde alojan a pacientes que están en tratamiento inaugurada en 2023 en Virasoro 870, a metros del Hospital de Niños Victor J. Vilela. En este marco y con el recorrido de los años, FAOHP continúa con su trabajo diario en hospitales con actividades lúdicas, acompañamiento, soporte en transporte y alimento, banco de pelucas y un sin fin de tareas que la convirtieron en actor fundamental de la salud rosarina. 

Ante un 2024 tan sinuoso, FAOHP no baja los brazos y sigue por su camino de solidaridad. “Cuando hay crisis, lo nuestro al revés de todo, nos tenemos que agrandar porque la gente necesita más ayuda y en eso estamos, alojando pacientes que vienen desde Casilda, Reconquista y hasta de La Pampa y Salta”, contó Gabriela Moroni, presidenta de la institución. 

Si bien marcó que es “un año particularmente muy difícil”, destacó los convenios con la Municipalidad de Rosario por cada niño alojado en la casa de Virasoro al 800 y el aporte que realiza el gobierno provincial con partidas de alimentos. “Con eso vamos a estar mejor, pero este año hay que ajustar un montón de cosas, sobre todo porque la gente que nos ayudaba ya no puede por problemas económicos. Nosotros priorizamos la ayuda a los niños y eso no lo podemos recortar, por lo que necesitamos de mucha ayuda”, planteó Moroni. 

Actualmente, FAOHP lanzó una campaña para conseguir galletitas, jugos y dulces para entregar en hospitales y ambulatorios, pero también pensando en el Día de la Niñez, en agosto. También, para la jornada venidera solicitaron juguetes, esencialmente nuevos para así evitar contaminación en las salas de los pacientes oncológicos (se descarta cualquier tipo de peluches porque son contraproducentes al tratamiento oncológico). 

A pesar de las dificultades que impone este 2024, Moroni destacó la atención “de excelente nivel que hay en todos los hospitales” por parte del personal. Sin embargo, manifestó que “se siente bastante la falta de recursos económicos”, y en este sentido señaló la ausencia del gobierno nacional. “Las ayudas y pedidos aumentaron, sobre todo en alimentos, pañales y transporte”, sentenció. 

En este sentido agregó: “La medicación siempre ha estado cubierta por parte del Estado, es decir, ahora está, se ha hecho cargo la provincia de todo lo que es medicación. El DADSE cerró, aunque digan que no, cerró. Según dicen pasó al Ministerio de Salud de la Nación, pero la verdad es que las ayudas son mínimas. Entonces todo esto está siendo soportado por Provincia y Municipio”.  

Para colaborar con FAOHP se pueden contactar a través de las redes sociales o bien en la página web de la ONG.

La campana de la esperanza 

A principios de julio, FAHOP entregó una campana al hospital Víctor J. Vilela como símbolo de esperanza, lucha y amor. Este particular obsequio es utilizado por todos los niños que terminan sus sesiones de quimioterapia, para dar paso a “una etapa nueva”, contó Moroni. 

“Es poner fin, cerrar una puerta y abrir otra. Ese sonido de la campana, que invade la sala tres veces es un llamado a la esperanza, a la alegría, a la vida nueva que les espera”, añadió con emoción la presidenta de FAOHP. 

El significado es especial y no tardó ni siete días en sonar, con el primer pequeño que finalizó sus sesiones. “Para los chicos también es importante cerrar esta etapa y comenzar otra. Los chicos siempre siguen soñando y piensan en el futuro, en sanarse. No es solo para ellos, si no para todos los que están en el hospital. Significa un esfuerzo más que vas a llegar a tocar esa campana”, contempló Moroni. 

La campana suena tras la última sesión de quimioterapia o de la sala de trasplante y ya en su primera intervención hizo emocionar a médicos, paya-médicos, enfermeros y familias.