El Parlamento kosovar adoptó este viernes dos de las tres leyes que allanan el camino para que esta ex provincia serbia se dote de unas fuerzas armadas, una iniciativa que Estados Unidos respalda aunque perturbe las relaciones entre Pristina y Belgrado, que no reconoce su independencia.
«¡El Parlamento de Kosovo adoptó la ley sobre la fuerza de seguridad de Kosovo! ¡Felicitaciones!», exclamó el presidente del Parlamento ante los diputados que aprobaron por unanimidad los proyectos, menos los 10 diputados de la minoría serbia que boicotearon la sesión.
En reacción al voto, la primera ministra de Serbia, Ana Brnabic, aseguró que su país se quedará «en el camino de la paz».
Por su parte, el secretario general de la Otán, Jens Stoltenberg, aseguró que la Alianza, que tiene una fuerza internacional a cargo de la integridad territorial de Kosovo, «reexaminará» su papel en esta ex provincia serbia.
«Lamento esta decisión tomada a pesar de las preocupaciones expresadas por la Otán», dijo Stoltenberg en un comunicado asegurando que por ello la Alianza «se verá obligada a reexaminar el nivel de compromiso de la Otán» con la fuerza de seguridad kosovar.
Tres leyes para las fuerzas armadas
La primera ley por la que se crea un ministerio de Defensa fue rápidamente aprobada. El Parlamento adoptó luego un segundo texto que modifica el mandato de las Fuerzas de Seguridad de Kosovo (KSF) que hoy cumplen principalmente misiones de seguridad civil.
Queda por examinar y votar un tercer texto vinculado a la futura organización de las fuerzas armadas.
Antes de comenzar la sesión no se registró ningún incidente en los sectores de Kosovo mayoritariamente poblados por serbios, en particular en la dividida Mitrovica.
En esta ciudad, la parte serbia se llenó de banderas serbias, mientras que del lado albanés, al sur del río Ibar, se vieron banderas de Estados Unidos, país que apoyó la creación de estas fuerzas y mayor respaldo de Pristina.
El jueves, el presidente kosovar, Hashim Thaçi, vestido de fajina militar saludó a los «soldados» kosovares por sus «nuevas misiones».
Thaçi aseguró que las futuras fuerzas estarían al servicio de todos los ciudadanos, sea cual fuere su pertenencia étnica, una década después de proclamada la independencia, reconocida según Pristina por unos 115 países.
Belgrado no reconoce esa independencia, así como Rusia y China que le cierran el acceso a Kosovo a la ONU, o España, Grecia, Rumania y Eslovaquia.
La KFOR, fuerza internacional bajo estandarte de la Otán, garantiza la seguridad e integridad territorial de Kosovo desde la guerra entre los serbios y los rebeldes albanokosovares (1998- 1999, que dejó más de 13.000 muertos).
«Ahora podemos decir que somos un Estado. Un Estado sin Fuerzas Armadas no existe», dijo Skender Arifi, peluquero de 37 años.
En Belgrado, así como entre los 120.000 serbios que viven en Kosovo, esta fuerza militar es recibida con inquietud y enojo.
«Espero que si los albaneses (de Kosovo) hacen algo contra nosotros, el Estado serbio sepa hacer algo para protegernos», comentó Marko Djusic, habitante de Dren, localidad serbia del norte de Kosovo.
Kosovo «es mi peor pesadilla»
Esta nueva crisis se produce en un contexto tenso, sin diálogo desde hace meses entre las dos partes y luego de que Pristina establezca una barrera aduanera a los productos serbios.
Kosovo «es mi peor pesadilla, me acuesto con ella y me despierto con ella, y no duermo mucho», comentó el presidente serbio, Aleksandar Vucic.
El jueves su entorno repitió su «enorme inquietud por el futuro» de la minoría serbia y advirtió que la creación de una fuerza militar «empeorará significativamente la situación».
Se trata de una decisión tan política como de ámbito militar.
Según analistas kosovares, la transformación de las KSF en una fuerza militar cuyo objetivo será asegurar la integridad de un territorio protegido hoy por la KFOR, tardará unos diez años.
La KSF de unos 2.500 miembros, debería pasar a 5.000, a los que se sumarán unos 3.000 reservistas. Esta fuerza estaría lejos de igualar los 30.000 soldados, según las estimaciones, de las Fuerzas Armadas serbias.
El presupuesto de esta fuerza será de 57 millones de euros en 2019.
En Kosovo como en Serbia, la opción de una escalada militar no es considerada creíble por los analistas, aunque la primera ministra serbia, Ana Brnabic, aseguró recientemente que estaba «sobre la mesa».
Una fuente diplomática de la Otán, que pidió el anonimato, no esconde su inquietud: considera como «legítimo» el deseo de dotarse de una fuerza militar pero ello debería hacerse «de manera progresiva para evitar la escalada».