Cada 14 de junio se celebra a nivel mundial el Día del Donante de Sangre. La fecha fue elegida para conmemorar el nacimiento de Karl Landsteiner, patólogo y biólogo austríaco, quien descubrió y tipificó los grupos sanguíneos y se utiliza para generar conciencia sobre la importancia de donar.
Sólo en Argentina se hacen un millón de transfusiones sanguíneas por año. De ahí la necesidad de tener los bancos de sangre siempre llenos y poder abastecer a los pacientes que lo requieran.
Para donar sangre no existen demasiados impedimentos. Pueden hacerlo todas las personas mayores de 18 años y menores de 65 que pesen más de 50 kg. Quedan fuera de este grupo quienes hayan tenido ciertas enfermedades como hepatitis, sida, paludismo o tumores.
La posibilidad de realizar transfusiones de sangre y productos sanguíneos permite salvar millones de vidas al año. Estos aumenta la esperanza y la calidad de vida de pacientes con patologías potencialmente mortales. Además, permite la realización de procedimientos médicos y quirúrgicos más complejos.
No sólo requieren transfusiones las personas con enfermedades graves, también existe un alto nivel de demanda que se da con heridos luego de accidentes, por ejemplo. En los trasplantes de órganos, tratamientos oncológicos o en casos de personas con quemaduras graves es fundamental realizar una. En síntesis, se trata de un recurso altamente valioso.
Para el donante el proceso no es largo ni doloroso. La extracción se realiza con una pequeña aguja y se recogen 450cc de sangre. La cantidad está estipulada porque no causa ningún trastorno en un cuerpo sano cuyo organismo tardará sólo unos días en regenerarla.
Donar sangre voluntariamente es uno de los actos más altruistas y significativos que existen. Antes de hacerlo, se pueden acercar a cualquier hospital cercano y consultar los detalles que les generen dudas o miedos. ¡Donar sangre es dar vida!