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Opinión

Por Carlos Duclos

El gran genocidio: el poder está matando a la Tierra


 

Por Carlos Duclos

Ninguna lucha tiene sentido si el planeta muere”, decía una de las pancartas levantadas por un joven valiente y comprometido en la marcha de protesta contra el cambio climático realizada hoy.

Y el planeta se está muriendo porque lo están matando. Lo están matando algunos hombres, quienes enfermos de riquezas y de poder, instituyéndose dioses (malignos, demonios) hieren sin misericordia a esta Tierra y sus criaturas por el vil y vano oro.

Tala de bosques para extender las zonas de cultivos y la ganadería; sometimiento y matanza de animales; polución y contaminación por parte de tecnologías dañinas; experimentos nucleares; nuevas armas electromagnéticas y bacterianas y, aunque algunos lo crean y otros lo nieguen, un plan sistemático para acabar no solo con el reino animal (muchas de cuyas especies se están extinguiendo o se han extinguido) sino para acabar con el propio hombre.

Hambre en muchos continentes que obliga a mucha gente a emigrar y morir; guerras ruidosas y silenciosas que matan por igual; un plan establecido por el poder económico mundial que obliga a la detención del crecimiento demográfico “como sea”, con una matanza de criaturas escandalosa, son algunas de las diversas acciones llevadas adelante por seres crueles, diabólicos, poderosos, y muy hábiles para entusiasmar con eufemismos y mentiras a una masa importante de gente inocente ¡Verdaderos Göebbels vestidos de demócratas!

Basta mirar el cielo de vez en cuando, en cualquier parte del mundo, para descubrir cada tanto los “chemtrails”, estelas dejadas por aviones fantasmas que se transforman en nubes con un fin misterioso, pero no tanto. Basta ahondar en las consecuencias del glifosato para descubrir que mata y que se está cobrando la vida de abuelos, padres, hijos y nietos sin distinción de clase social El agua de muchas ciudades está contaminada, lo mismo el aire y al espacio lo surcan miles, millones, de ondas que afectan el equilibrio orgánico.

Foto: Juan José García

Los incendios en el Amazonas no son una casualidad, un accidente; la extinción de aves y de insectos, tan necesarios para el equilibrio ecológico, avanza sin pausa y raudamente. La creación está siendo devastada por los demonios económicos, cuyos agentes representantes son personajes pertenecientes a una casta política indiferente e insensible a la angustia del hombre común.

Es necesario que cada ciudadano tome conciencia de que el planeta está siendo arrasado. Y ello ocurre en cada rincón del mundo, con especial agudeza en las ciudades y pueblos de países sometidos como Argentina. La creación está siendo mortalmente herida, querido lector, y ello significa muerte. Muerte del reino vegetal silvestre y necesario; de nuestros hermanos animales, de nosotros mismos.