Política y Economía

Por Leo Ricciardino

El FMI, la deuda y el vacío de poder


 

Por Leo Ricciardino

A los funcionarios, legisladores y dirigentes de Cambiemos de la provincia de Santa Fe y de otras provincias que se muestran “sorprendidos” porque los gobernadores acudieron a la Corte Suprema para revertir las medidas del presidente Mauricio Macri; habría que mostrarles el impecable trabajo que hizo el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía, que dirige el economista rosarino Sergio Arelovich.

Allí se analiza cómo se está pagando la deuda con el Fondo Monetario Internacional, cuyos intereses crecieron al 110% en el primer semestre del año. Y en gran medida, se paga restando en un 56% las transferencias a las provincias. Reduciendo un 49% los subsidios a la energía y al transporte, un 48% a las universidades, otro 20% a la obra pública y un 24% a los sueldos del Estado.

Pero por la caída de la recaudación a causa del derrumbe económico, “al gobierno no le alcanzó con recortar gastos esenciales del presupuesto para lograr el equilibrio prometido al FMI”, dice el informe. Y agrega que la meta sólo pudo cumplirse con la venta de dos centrales termoelécticas por unos 40 mil millones de pesos y con 20 mil millones más del Fondo de Seguridad de Garantías de la Anses. Así obtuvo el dinero para lograr el superávit primario acordado para el primer semestre.

Pero ya estamos, ahora sí, en el segundo semestre y los cálculos indican que esta vez no se llegará a las metas y que el rediseño político de la Argentina después de octubre es el que va a operar sobre el futuro de la deuda. Los enviados del FMI ya reconocieron que en el país existe un “vacío de poder” y tuvieron que escuchar pacientemente a que el candidato más votado Alberto Fernández les dijera que ellos eran “responsables junto con el gobierno nacional, del descalabro de la economía argentina”.

Esto implica que la deuda que se va a “reperfilar” como se dice ahora, ya no podrá recaer sólo sobre el bolsillo de los trabajadores mediante los ajustes. Más que nada habrá que pensar, como en 2003 y como decía Néstor Kirchner, en un tiempo de crecimiento económico para poder enfrentar el desafíos de la deuda porque “los muertos no pagan”.